¡Menuda jeta tengo! ya llevo escritos en esta revista que sostienes en las manos 50 artículos hablando de cervezas, ingredientes, locales, cervecerías y nunca había mencionado el ingrediente vital de la cerveza, el agua.

A muchos de vosotros os parecerá que el agua no es de real importancia, pero el agua es entre el 80 y el 90% del contenido de una cerveza. Para los fabricantes de cervezas artesanas es uno de los rompecabezas más grandes, ya que no es lo mismo el agua que podemos encontrar aquí en Euskadi, que el que podemos beber en Barcelona o Murcia. Por suerte podemos ver en la web de Osakidetza el estado de nuestra agua día a día, y hay que decir que el agua que tenemos aquí es buena, y eso hay que valorarlo. Aun y todo, se tiene que eliminar gran parte del cloro y añadirle al agua ácido láctico o sulfato de calcio para poder bajar el PH, ya que el de nuestra agua suele estar entorno al 8,3 y 8,5. La medida ideal del PH para hacer una buena maceración es del entorno al 5,4, pero esto depende de la receta.

Sí que en alguna ocasión conté la historia de que en la Edad Media recomendaban beber cerveza en vez de agua; sobre todo por el tema de la peste, en la caso de la cerveza el agua está hervida de manera que se matan los microorganismos infecciosos del agua, y así, aparte, vivían más “contentos”. A los niños también se les obligaba a beber cerveza; eso causó también problemas de alcoholismo, pero como mínimo se mantenían con vida.

Por primera vez os recomendaré beber una Cruzcampo o Coronita, para que “pilleis” bien los matices del agua, eso sí, ¡que esté bien fresquita!, más que nada porque si la dejas dos minutos se transforma en un brebaje imbebible.

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