Recuerdo con nostalgia aquellas barras de bar clásicas, aquellos días en los que irse de pintxos un mediodía de manera inesperada era algo divertido que en lo único que te hacía pensar era en si ibas a ir a zuritos o txakolis. Y te movías de bar en bar comiendo pintxos fríos de barra o calientes recién hechos, no había reducción de módena ni pan bao o mini perrito que pintara el paisaje del bar. Aquello eran los clásicos: gildas, pintxos de bonito con mahonesa, matrimonios de anchoas o salmón ahumado para montar al momento... Afortunados los lugares donde freían anchoas o merluza a diario y no faltaban las croquetas hechas en la casa.

Por eso hoy traigo un homenaje a esos bares que resisten y siguen poniendo todo aquello que era un bar de pintxos, ese emblema de lo nuestro (nortasuna), esa bandera tejida en el alma de la que hacíamos orgullo cuando paseábamos a los que venían a visitarnos.

Cambiaron para decirnos que lo exótico era la última moda y creo que ahora mismo la diferencia, lo alternativo y difícil de encontrar es aquel clasicismo que en un tiempo fue tan común.

Quiero volver, volver de pintxos.

Ingredientes: 

• 1/2kg de anchoas.
• Pimientos de piquillo asados.
• Huevo.
• Harina.
• Sal.
• Aceite de oliva.
• 1 sopera de mahonesa.
• 1 cucharilla de pulpa de pimiento choricero.
• Pimentón de la Vera.
• Cebollino fresco.
• Pimientos verdes fritos.

ELABORACIÓN:

1. Abre las anchoas y quítales la espina. Ponles su punto de sal.

2. Ponle el pimiento del piquillo y tapa con otra anchoa.

3. Pásala por harina y huevo y fríelas en aceite de oliva caliente hasta que estén doradas.

4. Mezcla la mahonesa con la pulpa de pimiento choricero y la pizca de pimentón de La Vera.

5. Monta la anchoa sobre una rodaja de buen pan tostado. Ponle un poco de la mahonesa, cebollino fresco picado y un pimiento verde frito.

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Ainara López
Madre y divulgadora gastronómica