MORRO FINO
Puede ocurrir que un vino esté “picado”, huela a corcho o goma quemada, tenga un sabor avinagrado, mucho poso, y un largo etcétera.
Con la cerveza puede pasar algo similar, ya sea por contaminación, por un mal almacenaje o por el mal hacer del productor. El fallo más común es el de la mala carbonatación; por no tener nada de carbónico, o peor aún, por tener demasiado. La sobrecarbonatación puede deberse a varios factores, como por ejemplo, al almacenaje de las cervezas a temperaturas elevadas durante un largo periodo de tiempo; o también, a un exceso de azúcar añadido por el elaborador para hacer la segunda fermentación en botella.
Otro error conocido es la contaminación por DMS (sulfuro de dimetilo). Es fácil de reconocer una vez has servido la cerveza en el vaso ya que ésta muestra un fuerte olor a verdura cocida (coliflor, brócoli). Este fallo suele ocurrir cuando el mosto, una vez hervido, se deja demasiado tiempo cerrado y sin enfriar. Para que el elaborador reduzca las posibilidades de que el DMS nos fastidie la cerveza, lo mejor es enfriar el mosto lo más rápido posible antes de pasarlo al fermentador.
Hay muchos más tipos de contaminantes que se producen en la fermentación, como el acetaldehído, que nos da sabores frutales o ácidos que nos pueden recordar a la sidra; o el diacetilo, que nos recuerda a la mantequilla o al toffee. En pequeñas dosis pueden ser aceptables y contribuir positivamente al sabor, pero en exceso son molestos y pueden dar dolor de cabeza (resaca).
También hay otro fallo que está más o menos aceptado, y con el que es más fácil que nos la cuelen: el exceso de levadura. Puede resultar molesto por lo astringente que puede llegar a ser en boca, dando un abundante sabor a bollería o pan. Para que esto no ocurra el elaborador debe intentar evitar el poso natural y no agitar el fermentador antes del embotellado.
Espero que no tengáis muchas malas experiencias. Suelen ser pocas las cervezas con errores, así que ¡seguid probando sin miedo!
Y cambiando de tema, os recomiendo probar la nueva Light Juice de Drunken Bros (Getxo), una Session Rye IPA, baja en alcohol y con un toque a centeno. Fácil, ligera y refrescante, pero a la vez, potente y compleja. Como nos muestra la etiqueta, tiene un aroma potente a fruta de la pasión. Realmente una cerveza muy lograda.