WEIHENSTEPHAN

| nº 181 | octubre 2019

Aparte de tener un nombre impronunciable es la cervecería que puede presumir de ser la más antigua del mundo entero. Se encuentra cerca del actual aeropuerto de Munich, en un pueblo llamado Freising, y antes de ser una cervecera fue un monasterio benedictino fundado en el año 740.

Pero no se convirtió en la cervecera que conocemos ahora hasta el año 1040. Ese año el Abad Arnold consiguió licenciarse como elaborador de cerveza en el monasterio, escribiendo una nueva página en la historia mundial de la cerveza.

Durante los siglos XII y XIII los monjes trabajaron constantemente en la mejora de sus sistemas de producción, consiguiendo una gama de tres cervezas diferentes: una ligera para peregrinos y sirvientes; una más decente para los monjes, frailes y obreros; y una cerveza de alta calidad para el abad y la gente importante de la ciudad.

Entre los años 1085 y 1463 el monasterio sufrió un terremoto considerable, tres epidemias de peste, cuarto incendios fulminantes y varios saqueos de tropas enemigas, aun y todo, se reconstruyó una vez tras otra, convirtiéndose en la fábrica de cervezas referente en Alemania. Otra fecha marcada en la larga historia de Weihenstephan fue el año 1516, cuando el Duque Guillermo IV de Bavaria dictó frente a la torre del monasterio de Weihenstephan la “Ley de la Pureza” Bávara. Esta ley prohibía a los cerveceros el uso de otros ingredientes que no fueran cebada, lúpulo, levadura y agua.

Saltándonos algunos años, ya que necesitaríamos un Ondojan desplegable para explicar toda la historia del monasterio, en la actualidad, el monasterio de Weihenstephan es de la prestigiosa Facultad Cervecera, de Alimentos y Lácteos de la Universidad de Munich, y hay que remarcar que es de aquí de donde salen la mayoría de maestros cerveceros de Europa.

Hoy en día elaboran más de 20 tipos de cerveza, alcanzando los 3 millones de litros en 2018. ¿Quién le iba a decir al Abad Arnold en 1040 que su legado llegaría tan lejos?

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