DETRÁS DE LA FRONTERA

| nº 183 | diciembre 2019

Tras México, hoy toca ver el otro lado de la frontera: California.

En octubre he podido visitar este estado, que es para mí y muchos la meca de la cerveza artesana en el mundo. Pero no por tener el mayor porcentaje de ventas mundial, sino por ser pioneros en crear una cultura cervecera que dura y crece mundialmenteTodo empezó en 1965, cuando la cervecera Anchor Brewery de San Francisco estaba a punto de quebrar. Fritz Maytag, que simplemente era un fan de la cervecera, se enteró y decidió comprar acciones de la empresa. Una vez se metió dentro decidió elaborar recetas nuevas o incluso recuperar recetas viejas que se quedaron olvidadas en algún libro de recetas. Más adelante, en 1980, se prendió la mecha y se empezaron a crear más fábricas de cerveza artesana; la que más ha durado y crecido es Sierra Nevada, en Chico, una ciudad al norte de Sacramento. A día de hoy, es el mayor productor de cerveza artesana en Estados Unidos con algo más de 25 millones de litros al año. Hoy en día hay unas 850 fábricas de cerveza en California, desde las ya clásicas Stone, Alesmith, Green Flash o Port Brewing a minúsculas fábricas o garajes todas con un factor común: la calidad de la materia prima, la limpieza y el buen rollo que transmiten los cerveceros, consiguiendo que el consumo sea mayor y de mejor calidad.

En todo el viaje visité más de 40 fábricas, brewpubs, tiendas especializadas… pero me quedo con Tarantula Hill, la proclamada mejor fábrica en estados unidos en 2019. Consta de un espacio donde hay dos zonas de elaboración, una de 2000 litros de capacidad para surtir a un bar-restaurante con capacidad para 800 personas y otra de 8000 litros para enlatar y embarrilar para exportar a todo EEUU. La barra tiene más de 30 grifos de sus cervezas y de otros cerveceros; y la cocina un horno de leña para hacer pizzas espectaculares y una heladera artesana, así que mezclan mis tres mayores vicios en un solo local. Y os recomiendo visitar también San Diego, a veces olvidada por los viajeros. A parte de por sus 187 fábricas de cerveza (algunas separadas por solo 20 metros de otras), por su buen clima, las playas, sus restaurantes especializados en productos del mar, sus bares muy bien cuidados, su ambiente al más puro estilo surfero y por la amabilidad de su gente.

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