SHAKESPEARE Y MI PADRE TENÍAN RAZÓN
Desde hace ya unos pocos años, mi interés por los vinos de Jerez ha ido creciendo de forma exponencial. Recuerdo que cuando me empezaba a gustar el vino, con 19 ó 20 años, los vinos generosos me resultaban realmente desagradables. Todo lo contrario le sucedía a mi padre, que siempre ha disfrutado de una manera especial estos vinos y cualquier momento se convertía también en especial por el simple hecho de abrir una de estas botellas. A menudo solía decirme: "Ya crecerás, ya..."
Son vinos que, para disfrutar la magia que encierran, es imprescindible comprenderlos, saber de qué suelo se nutren, bajo qué peculiaridades geográficas y climáticas se forjan, conocer los misterios de su "velo de flor" y sus sistemas de criaderas y solera....y cómo no, conocer sus gentes, su cultura, sus calles, su gastronomía, sus cantes flamencos...
Ya me lo dijo un buen amigo: "Dani, esto es muy sencillo, cuando vengas a Sanlúcar lo entenderás todo"
Dicho y hecho. Todavía se me ponen los pelos de punta y se me salta alguna lagrimilla recordando los momentos pasados hace un par de semanas por tierras sanluqueñas. Un lugar imprescindible para todo amante del vino y la gastronomía. Es más, impregnarse de la brisa de Sanlúcar, debería ser un derecho fundamental de toda persona y por supuesto, sufragado por la Seguridad Social.
Ya lo dijo Shakespeare en su día: "Si mil hijos tuviera, el primer principio humano que les enseñaría, sería de abjurar de toda bebida insípida y dedicarse por entero al Jerez"
Nada será igual después de Sanlúcar...