JORNADAS PARA EL RECUERDO

| nº 171 | diciembre 2018

Tres horas y media de disfrute y aprendizaje con el aforo completo. Ciento veinte personas entregadas a la magia que siempre transmiten los vinos de Champagne

Hace unas semanas acudí, junto a dos grandes amigos, al Champagne Weekend celebrado en Segovia y organizado por el equipo de À la Volé. Siempre me ha gustado esta ciudad bañada por el Eresma, de belleza singular, llena de historia, monumentos espectaculares y gastronomía generosa en materias primas nada aptas para vegetarianos.

Pero de camino, no pudimos dejar pasar la oportunidad de visitar a nuestro querido amigo Goyo García Viadero y su mujer Diana Semova, en la localidad burgalesa de Gumiel de Mercado, de cuya sabiduría nacen los vinos que más me gustan de la Ribera del Duero. El viñedo estaba precioso, en versión otoñal, bajo un deslumbrante cielo azul. Acudimos después a su bodega, con antiquísimos calados construidos por los romanos, donde aguardan los vinos en las barricas esperando ser embotellados. Los de Goyo no son vinos cualquiera. Siempre con un color vivo e intenso, rebosantes de sutiles aromas florales, sinceros, sin maquillajes. Resultan suaves aunque sabrosos e incisivos al mismo tiempo y cuando quieres darte cuenta no quedan ni los posos en la botella. En cata ciega, jamás los situaríamos en la Ribera del Duero y si la cata se efectuara tan sólo con vinos de la zona, los identificaríamos sin problema por su inigualable y personalísimo estilo. Como no podía ser de otra manera, el encuentro finalizó con una opípara comida repleta de calóricos manjares propios de la región, bien regados con los vinos y las vivencias de Goyo.

El día siguiente comenzó, ya en Segovia, con la cata ciega de dieciocho vinos espumosos, Champagne en su mayor parte y divididos en diferentes bloques, tras cada uno de los cuales fuimos debatiendo y analizando sus particularidades antes de descubrir las botellas. Tres horas y media de disfrute y aprendizaje, con el aforo completo. Ciento veinte personas entregadas a la magia que siempre transmiten los vinos de Champagne.

La sesión de la tarde estuvo dedicada al terroir. Para los que no conozcáis el significado del término, podría definirse como “conjunto de variables que hacen que un vino resulte único y diferente a cualquier otro”. El clima, el tipo de uva, la composición tanto física como química del suelo, el emplazamiento del viñedo, la microbiología y la acción humana son las variables que conforman dicha ecuación. Para ello degustamos siete vinos de la Champaña. Sobredosis de terroir y emoción.

Ambas sesiones fueron dirigidas, de manera magistral, por el gran Alvaro Moreno, uno de los máximos conocedores del mundo del Champagne, con el apoyo del no menos grande David Bernardo López Lluch, el cual mostró con originalidad, humor y brillantez diferentes visiones acerca de los temas que se fueron tratando. Por último, mi aportación en ambas catas consistió en ofrecer una visión más técnica de los vinos que fuimos degustando. Todo un honor para mí participar, junto a estos dos fenómenos, en un evento de tal magnitud.

Un fin de semana tan intenso como maravilloso, el cual quedará grabado en nuestra memoria por el resto de nuestros días. Salud!

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