ARTEAGA: PARADA, FONDA... Y GRAN BODEGA
- Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA
Tan sólo un kilómetro separa Arteaga del transitado polígono industrial de Garagartza. Eso sí, basta con subir la breve pero empinada cuesta que nos lleva a este imponente caserío del siglo XV para encontrarnos en un paraje alejado del mundanal ruido, dotado de unas soberbias vistas que nos muestran los más bellos montes de los alrededores como Anboto o Gurutze Berri, y que acoge uno de los tesoros enológicos y gastronómicos mejor guardados de la cuenca alta del Deba.
Engaña, y mucho, el aspecto exterior de Arteaga. La rústica apariencia de esta espectacular casa con más de 5 siglos de existencia hace presagiar un interior en consonancia, pero tras franquear la puerta nos encontramos con un moderno vestíbulo que nos rompe los esquemas y nos va poniendo en situación. El espacio en cuestión separa la zona de hotel, actualmente cerrada para evitar complicaciones por efecto del Covid, y el restaurante con dos espacios claramente diferenciados y divididos por un vistoso y tentador armario a rebosar de botellas de vino de las más variadas procedencias.
Inmediatamente sale a nuestro encuentro Maider Larrañaga, que con su marido Igor Ezpeleta dirige este establecimiento desde que en 1998 tuvieron la oportunidad de adquirirlo, a precio de saldo, al ayuntamiento de Arrasate. “El caserón costó 17 millones de pesetas, un chollo... lo que costó mucho más, muchísimo más, fue la obra que hubo que hacer para ponerlo en funcionamiento. Pero éramos jóvenes y allí nos metimos” puntualiza Maider, recordando sus inicios, cuando tras coincidir con Igor en la hoy desaparecida Escuela de Hostelería de Oñati emprendieron un proyecto en común regentando durante 4 años el bar Elizondo de Garagartza hasta que surgió la oportunidad de hacerse con su actual local que tras una profunda restauración inicial fue inaugurado el 24 de noviembre de 2001.
Inicialmente, tanto el restaurante como el concepto de negocio eran más tradicionales, “eso sí, tratando de hacer nuestro trabajo lo mejor posible” puntualiza Maider, pero poco a poco la afición por el vino de nuestra anfitriona fue dándole a este líquido elemento una importancia cada vez mayor en la filosofía del lugar, atrayendo a una clientela igualmente aficionada a los buenos caldos y pidiendo una mayor atención al apartado de bodega, así que transcurridos unos 6 años, decidieron darle una vuelta al local. Maider se puso a estudiar, hizo algún master, empezó a acudir a la Rioja para aprender... y en 2009 acometieron una segunda reforma que dotó al espacio de su apariencia actual, más contemporánea y con una decoración en la que el vino adquiere una importancia primordial invitando a su uso y disfrute, algo que queda garantizado si nos ponemos en las manos de su bodeguera y sumiller, que no sólo nos hará vivir una excelente velada gastroenológica, sino que con su trato y simpatía hará que la experiencia sea un puro disfrute en todos los sentidos.
Impresionante variedad de vinos
Algo que llama poderosamente la atención en Arteaga es la inexistencia de una carta de vinos. “Me gusta cambiar los vinos constantemente e ir trayendo cosas nuevas, así que no tengo carta. Los clientes me comentan sus gustos, hablamos del presupuesto que más o menos quieren gastar, y yo les voy sirviendo los vinos que considero adecuados” nos comenta Maider dejándonos boquiabiertos con la aparente sencillez de su sistema que, asegura, nunca le ha dado ningún problema con nadie. “Muchos clientes son ya conocidos y me dejan hacer, y si hay cualquier duda comentamos los precios y dejamos las cosas claras”.
Esta curiosa y original manera de trabajar le ha valido a esta joven hostelera una buena clientela apasionada por el mundo del vino, “cada vez vienen más”, así como varios premios y reconocimientos por su labor que llenan una pared situada entre ambos comedores donde lucen desde diplomas de sumillería y enología hasta nombramientos como el de “Caballero de la Orden de las riberas del Champagne”, título que comparte con grandes chefs como Martín Berasategui o Pedro Subijana, entre otros. “El Champagne es uno de mis vinos favoritos” comenta Maider repasando sus gustos, aunque la zona que más me llama la atención es el Ródano Norte, los vinos de Cornage, St. Joseph... donde hacen tintos muy recios con syrah y buenísimos blancos con Viognier... También me encantan los blancos del Jura, y en txakolis me gustan mucho los de Bizkaia, sobre todo las cosas que hace Oxer Bastegieta, aunque también tengo mucho feeling con Txomin Etxaniz” concluye Maider, que si algo nos deja claro durante nuestra estancia es su pasión por los vinos naturales, ecológicos, sin filtrar... y su admiración y respeto por los pequeños productores.
Una impecable cocina tradicional
En cuanto a la segunda pata del banco que sustenta Arteaga, la cocina de Igor Ezpeleta a quien no pudimos conocer personalmente en esta primera visita, nos encontramos ante una propuesta gastronómica de primer orden en la que manda el producto de temporada y de mercado combinada con una impecable elaboración y una gran mano a la hora de elaborar los platos.
En nuestro caso, la degustación propuesta por esta pareja comenzó con una pequeña crema de tomate y calabaza de aperitivo seguida de una Ensalada de Ventresca con una presentación espectacular y un aliño y una vinagreta de gran finura redondeado con la utilización de la patata, lo que dota un punto original y muy agradable a este sutil y sabroso plato. Siguieron unos de los mejores hongos a la plancha degustados esta temporada, cocinados en su punto ideal de tersura y plenos de sabor. Pudimos también degustar la parrilla, instalada hace unos seis años y que, en palabras de Maider, les ha dado “una gran versatilidad”, en la forma de un impecable Pez Rey a la brasa que nos reafirmó, con su equilibrio, en que la sutileza es la palabra que mejor define la cocina de Igor, al menos la cocina de los entrantes y los pescados, ya que con la carne llegó la contundencia y la intensidad acompañadas, de nuevo, de una muestra de maestría a los fogones con un punto de asado extraordinario sumado a un sabor y una calidad fuera de serie.
Los postres no le fueron a la zaga al conjunto con un inolvidable Hojaldre de manzana (de nuevo la sutileza personificada) que precedió a una acertadísima degustación de quesos que nos permitió descorchar una última botella. Nos quedamos, eso sí, con la pena de no probar algunas tentadoras especialidades que esperamos poder disfrutar en una próxima visita como el Bacalao al pil-pil con sus kokotxas, el Begihaundi en su tinta con arroz, los Callos y morros de la casa, la Lasaña casera de rabo y espinacas...
Igor también elabora un cuidado menú del día de martes a viernes en el que impera la cocina tradicional y que se factura a 22 euros. Por su parte, comer a la carta en Arteaga nos costará alrededor de 50 euros... si no nos pasamos con el vino, claro está, pero eso es algo que queda en nuestra mano, en nuestro paladar... y en nuestra cartera.
ARTEAGA LANDETXEA
Garagartza auzoa, 37 - ARRASATE
Tf: 943 71 18 81
www.arteagalandetxea.com