HOSTELERÍA Y TURISMO

| nº 145 | octubre 2016

Que Donostia tiene un sabor especial, ya lo sabemos todos. Pocas ciudades en el mundo reúnen los atractivos que posee nuestra Bella Easo. La calidad de vida de sus habitantes, de manera general, puede calificarse de muy buena. Resulta cómoda, ni excesivamente grande ni demasiado pequeña. Luminosa, con casas que generalmente no superan los seis o siete pisos de altura, aceras anchas, bien diseñada arquitectónicamente, limpia, muy cuidada a rasgos generales. El mar aporta esa amplitud necesaria para una buena salud mental, con rincones donde puedes escuchar a solas el sonido de las olas y tres playas urbanas por las que caminar relajadamente por la orilla o darte un chapuzón en momentos de agobio. No son pocos tampoco los parques o zonas verdes de la ciudad donde poder expansionarse, sirvan como ejemplos Kristina Enea o Urgull. Podríamos decir, de manera general, que sus habitantes resultan amables, atentos, tranquilos y siempre con buen talante para ayudar al que lo requiera. El comercio es uno de los motores de la ciudad, con una actividad intensa en casi todos los barrios, generando movimiento, ambiente, vida. Los mercados de Gros, Bretxa y San Martín, son buenos ejemplos de ésta actividad y de la importancia de la gastronomía en nuestra tierra. Visualmente es francamente bonita, con un buen equilibrio entre construcciones clásicas y modernas, entre tradición y vanguardia. La movilidad ha mejorado muchísimo en los últimos años, se han incorporado numerosos bidegorris para el uso de la bicicleta, se ha mejorado el transporte público, se han reestructurado las entradas y salidas de la ciudad y por fin se ha construido una estación de autobuses acorde a las necesidades. En un futuro cercano llegará el TAV a Donostia y tendremos un metro adaptado a las singularidades de la ciudad.

Desde el punto de vista cultural, resulta también una ciudad activa e interesante. Zinemaldia, Jazzaldia o La Quincena Musical, con gran reconocimiento internacional, son algunos de los ejemplos más significativos.

Gastronómicamente hablando, somos una referencia en el mundo. Cualquier amante de la gastronomía tiene como uno de sus objetivos visitar nuestra ciudad, recorrer los bares de pinchos, ir a los restaurantes más representativos y, en definitiva, empaparse de la cultura gastronómica local.

Pues bien, después de decir todo esto, ¿a quién le extraña que Donosti bata récord de visitantes año tras año? El turismo se ha convertido en una fuente importantísima de ingresos para la ciudad, algo que hace unos pocos años no hubiéramos podido imaginarlo. Es por esto que, debemos ser conscientes de lo importante que resulta para todos nosotros cuidar ésta entrada de turistas que, además, suelen venir con el bolsillo más generoso de lo que estamos acostumbrados a ver.

Digo esto por la preocupación que me ha surgido tras escuchar de diversas fuentes, con respecto a algunos bares de la Parte Vieja, ciertas actitudes inapropiadas hacia los foráneos, engaños que sistemáticamente se producen con respecto a los precios y a la calidad de los productos.

Estas acciones deberían ser denunciadas, por todo aquel que, siendo local o foráneo, aprecie indicios de engaño o abuso por parte del hostelero.

Del mismo modo pienso que el cliente, sobre todo el donostiarra, debe ser mucho más crítico y selectivo con lo que un bar o restaurante le ofrece: servicio, simpatía, calidad del producto y un tratamiento adecuado del vino. Siendo éste exigente con el hostelero, conseguiremos un mayor esfuerzo por parte de estos y una cierta garantía para que se alargue lo máximo en el tiempo éste excelente momento turístico que vive nuestra querida Donostia.

Salud!