LA JOYA ESCONDIDA
Probablemente Jura sea una de las más recónditas y desconocidas regiones vinícolas francesas. Tanto es así que ni siquiera es conocida por los propios franceses. Sin embargo, es una zona que esconde excepcionales tesoros para los amantes, no sólo del buen vino sino, de la gastronomía en general. Probablemente el hecho de que se elabore poco vino y que además el setenta y cinco por ciento de lo que se produce se beba en la región, ha contribuido a que sean vinos muy poco conocidos.
Se trata de un pequeño enclave al este de Borgoña, a unos setenta kilómetros de la frontera suiza. Cuenta con menos de dos mil hectáreas de viñedo, diseminadas entre montañas, pequeños y verdes valles y preciosos barrancos.
Se divide en cuatro subzonas: Arbois, L'Etoile, Château-Chalon y Côtes du Jura, aunque existen dos apelaciones más, Macvin para una especie de mistela muy tradicional y Crémant du Jura para vinos espumosos.
Las castas empleadas son la Savagnin y la Chardonnay en blancas y la Trousseau, Poulsard y Pinot Noir en tintas.
Con respecto a los vinos, la diversidad de estilos es muy elevada para una región tan pequeña. Probablemente, los vinos más característicos de Jura sean los vin jaune o vinos amarillos, elaborados con Savagnin y criados bajo velo de flor durante seis años y tres meses. Ni que decir tiene que la personalidad de estos vinos es única y van engrandeciéndose según van envejeciendo. Probablemente, una de las más deliciosas armonías gastronómicas que existan sea la combinación de un vino amarillo junto a un trozo de queso Comté, elaborado también en la zona.
Otro de los estilos característicos son los dulces vin de paille o vinos de paja. Se elaboran a partir de Savagnin y Chardonnay principalmente, aunque también suelen emplearse las tintas Trousseau y Poulsard. Una vez vendimiados los racimos, se dejan en lugares aireados, en cajas perforadas o en rejillas metálicas - antiguamente en lonas de paja - para que vayan deshidratándose durante tres meses aproximadamente y de esta forma concentrando sus componentes, principalmente el azúcar.
Los blancos secos que se elaboran, cada vez más a base de Chardonnay, son a menudo sensacionales, en muchas ocasiones con un carácter oxidativo y acidez punzante, finos y elegantes, con muy buen potencial de envejecimiento. Los tintos elaborados con Pinot Noir alcanzan en muchos casos niveles excelentes a precios más que razonables. La Trousseau produce vinos con más color, más tánicos y algo más toscos, aunque algunos elaboradores producen también magníficos y elegantes tintos a partir de esta variedad. Por último, la Poulsard produce vinos de muy poco color, similar al de un rosado, pero con un delicioso perfume y extrema profundidad en boca.
En resumen, una región que merece la pena descubrir, con vinos únicos y originales que difícilmente dejarán indiferente a nadie. ¡Salud!
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DANI CORMÁN
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