Y todo ello es posible por la energía, tenacidad y espíritu aventurero de un periodista que cada día se despierta con afán de descubrir y descubrirnos las cosas del comer, además de su labor de apostolado laico en favor de una cocina más cercana, sencilla, de buen producto, rica y sin mistificaciones innecesarias.
Para una revista gastronómica cumplir 20 años es actualmente un milagro. La sociedad en la que vivimos y que hemos colaborado en mayor o menor medida a construir está dominada por la inmediatez, el cambio permanente y la frivolidad más genuina. Poco a poco hemos visto desparecer las revistas que nos han permitido acercarnos al mundo de los pucheros y los gastrósofos que han alimentado nuestro afán de conocimiento.
Apenas ya quedan críticos que se puedan calificar como tal. Ahora es el momento de “influenciadores” y “tiktókeres”, la mayoría sin más cualificación que controlar mínimamente las “redes”. No paran de exhibir sus visitas a restaurantes de todo tipo sin un mínimo análisis, abusando de expresiones como “buenísimo”, “qué rico”, “riquísimo” y el inefable “hummmmmm”.
La moda ha llegado a las televisiones, que conectan con cocinas en plena faena y en la que la reportera o el reportero de turno dan saltos, gesticulan como monos y junto al cocinero que se prestan a la pantomima, lo mismo tuestan sin rubor una tortilla de patatas de media tonelada con una sospechosa superficie negruzca que perpetran ensaladas increíbles en las que arrojan sin miramiento todo lo que les cae en mano. Eso sí, desparramando una generoso chorro de caramelo de Módena para que la fiesta sea completa.
No quiero ni pensar qué diría el gran Curnonsky, más conocido como el príncipe de los gastrónomos. Bueno, en realidad se llamaba Maurice-Edmond Sailland, pero sus miles de artículos y más de setenta libros hacen de él una referencia en el mundo de la gastronomía. La lista de grandes escritores de los que hemos podido aprender, que llega hasta Fernando Point, Xavier Domingo, Juan Carlos Capel, Victor de la Serna, Grimod de la Reynière, Henri Gault y Christian Millau o más cerca nuestros amigos Mikel Corcuera o Rafa García Santos, hoy lo tendrían muy difícil.
Las grandes revistas desaparecieron poco a poco. A duras penas sobreviven algunas como Apicius, Sobremesa, 7 caníbales, y pocas más… y Ondojan.com, el proyecto del periodista y gastrónomo legazpiarra Josema Azpeitia y su inseparable socio Ritxar Tolosa. De ahí que mantener una revista especializada en nuestra cocina que sea capaz de recorrer toda Gipuzkoa proponiendo en cada número tascas, tabernas, bares, restaurante y otros locales de disfrute gastronómico ya de por sí sería todo un éxito. Pero es que ademásOndojan.com no se circunscribe solamente a la ardua tarea de acercarnos las barras y manteles del territorio, sino que no surte de recetas, reportajes y una atractiva variedad de artículos sobre vinos y otras bebidas, coctelería, libros, productos, dietética…
Y todo ello es posible por la energía, tenacidad y espíritu aventurero de un periodista que cada día se despierta con afán de descubrir y descubrirnos las cosas del comer, además de su labor de apostolado laico en favor de una cocina más cercana, sencilla, de buen producto, rica y sin mistificaciones innecesarias.
Zorionak, Josema! Zorionak, Ritxar!
Manolo González
Escritor y periodista
Etiquetas: nº 223 | julio 2023