Viernes, 22 Noviembre 2024

EL MARMITÓN DEL TITANIC

EL MARMITÓN DEL TITANIC Imagen 1

Jueves, 14 de abril del año de nuestro Señor de 1912. 23:40 h,

Me encuentro a bordo de la nave Titanic. Nunca soñé con ver un barco semejante y menos aún estar dentro de él. Debido a mi corta edad soy el último ayudante de cocina. Pero a pesar de esto, me tratan con respeto y cada día que pasa me van dando más responsabilidad. Desde ayer me han encargado de controlar el consomé. La verdad es que estoy encantado, nunca había salido de mi ciudad y, además, al mediodía, en un descanso, estuve hablando con una camarera y he vuelto a quedar con ella para mañana después de la comida. Se llama María y es guapísima.

Acabo de ver cómo el consomé Olga que estoy a punto de sacar a las soperas ha temblado con fuerza. Como si se tratase del mar, la superficie de la enorme cazuela se ha agitado creando en ella una marejada particular. La he mirado con sorpresa, pero sin temor. Todavía no estoy acostumbrado a esta manera de trabajar donde todo se mueve. Apenas llevo tres días de navegación y nunca había cocinado en una superficie tan inestable como la de un barco. He mirado con extrañeza a nuestro jefe de cocina, pero éste apenas se ha percatado del movimiento. Está tan enfrascado en la cena que, aunque nos pillara una ola gigante no se enteraría.

Los entrantes hace tiempo que los camareros se los llevaron y yo estaba sacando parte de la sopa cuando sentí el temblor, pero algún compañero más también lo ha notado. Nos hemos mirado con extrañeza, pero no hay tiempo para tonterías.

 ¿Está listo el cordero con salsa de menta? Acaba de bramar el jefe

¡¡¡Quiero verlo en las bandejas a la voz de ya!!!!!!

¡¡Cuidado con los pollos asados, esos hornos calientan demasiado!!

¿Dónde están los camareros?, este solomillo se está enfriando… coooño...

Pero yo he vuelto a mirar mi consomé, soy el marmitón en esta cocina y apenas me dejan hacer cosas, pero en cambio me fijo en detalles que los demás no hacen. El jefe me dijo que si el barco se movía mucho debía anclar las cazuelas a la cocina con unos dispositivos preparados al efecto y eso es lo que estoy haciendo porque, si mis ojos no me engañan, diría que la superficie de la cazuela se ha inclinado levemente, ¿no? 

El segundo de cocina acaba de salir hablando con un camarero con cara de preocupación. Problemas con algún cliente en el comedor, seguro.

Observo con temor que están viniendo de vuelta bastantes platos del comedor…

El problema puede ser más gordo de lo que me imagino. El jefe de cocina también se ha ido, pero ha vuelto gesticulando mientras hablaba con el maître. El servicio está parado. Aprovechamos para preparar y adelantar los siguientes platos y cuando voy a la cámara noto que me cuesta llegar a ella… como si estuviera en pendiente. Vuelvo a toda prisa a vigilar mi consomé y en efecto, se ha inclinado unos buenos grados. Es la primera vez que siento miedo. ¿Qué pasa fuera? La nave se ha escorado hacia la parte de proa y sigue haciéndolo. ¿Qué le sucede al barco? 

Hace más de una hora desde que noté el temblor. Pero yo soy cocinero y no pienso ausentarme de mi puesto. Pase lo que pase. El consomé se ha inclinado y comienza a derramarse. Mi pequeño océano se está cayendo… mi mar se está rompiendo, la luz se ha ido, no puedo abandonar, mi mundo se tambalea. En mi mente, mis padres... María...  la oscuridad es absoluta, se oyen gritos por todos los lados. Durante unos segundos vuelve la luz, pero en apenas unos instantes de nuevo se va. Todo está negro. Estoy muerto de miedo.

Me encuentro agarrado a la cazuela que se ha desbordado por completo e intento no estrellarme contra las paredes… se oye entrar agua. Un cocinero nunca abandona su cocina… ¡Dios mío!, ¡qué fría está el agua!

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Todos los cocineros, camareros, barmen, ayudantes, pinches y marmitones murieron aquella noche. Cada uno de ellos vio pasar por su imaginación sus particulares consomés, tambaleándose e inclinándose hasta derramarse.

Ojalá que ninguna sopa, caldo o crema vuelvan a volcarse. Algún día todos los oficios manuales serán declarados trabajos de primera y tendrán un bote salvavidas cerca donde poder guarecerse. 

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Este mes se cumplen 112 años desde la última vez que estuve con ustedes contándoles mis pequeñas aventuras. Me encuentro bien. María es una persona maravillosa y me hace mucha compañía. Sigue estando tan guapa como cuando la conocí.

 

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