EL VALOR AÑADIDO
Se acerca el fin de un trimestre… el tan temido IVA, que encarece un 21% muchos bienes y servicios básicos, odiado por la gente en general y por los asesores fiscales en particular, un saludo al mío. (Carlos, se te aprecia)
Pero no, no vengo a hablar del impuesto, no sólo porque no es mi campo de actuación, sino porque además no vengo a eso. Pero sí que vengo a hablarle, estimado lector, del Valor Añadido.
El Valor Añadido, es ese plus que tiene un bien o un servicio, y por el que el consumidor, una vez lo conoce, está dispuesto a abonar el precio, a veces un poco más elevado, que en gamas inferiores, por ese bien o servicio.
Ejemplo práctico, que así quizás quede más claro, mi amiga Raquel hace unos trajes de novia e invitada que podrían desfilar en cualquier pasarela, o estar en cualquier tienda. Mima a la clienta, la aconseja, le pone cariño y experiencia. Para ir a una boda no es necesario acudir a una diseñadora, cierto, pero una diseñadora nos va a dar ese valor añadido de trabajo artesano, de creación única, de adaptación a nosotros. Vaya Ud. a “Casa Amancio” a pedir que le ajusten la sisa, o le pongan los botones forrados... vaya...
Pues bien, valor añadido es eso. Es la experiencia, el tiempo, la dedicación, el cariño y el amor por el trabajo bien hecho que cualquier artesano pone en su trabajo. Desde el señor que trabaja el mimbre en la cestería de toda la vida, pasando por el cocinero que intenta mejorar esa salsa para darle el golpe de perfección, o el agricultor que espera al punto óptimo de maduración de esa pera para que luego en casa no nos sepa a cartón, o el tendero que sigue sonriéndonos aunque vayamos a comprar en el último minuto antes de la hora de cierre.
La destreza en un oficio es un requisito, o uno sabe lo que hace o difícilmente prosperará en la profesión, sea ésta la que sea, pero siendo uno diestro, no es lo mismo que tener maestría, y ya si a la maestría le sumamos ponerle cariño a lo que uno hace, pasión y honestidad, pues ahí, justo ahí, está el valor añadido.
Por eso le invito estimado lector, a que la próxima vez que vaya a consumir cualquier bien o servicio, valore cuánto de valor añadido tiene ese producto, quizás no tenga mucho, quizás sea Ud. víctima de la prisa y acuda a una gran superficie, y puede que descubra, que está Ud. pagando IVA, pero no valor añadido de verdad. Por el contrario, si descubre Ud. que está haciendo una compra con alto valor añadido, sonría, es un consumidor inteligente. Y ya si quiere rizar el rizo, recomiende Ud. ese producto o servicio, tómese unos minutos para ponerle unas estrellitas en Google, y así, será también un cliente con valor añadido.
DURA LEX SED LEX
Alazne Cano
Letrada - Col. 4461 ICAGI