Hay un montón de maneras de combinar los binomios mercado y gastronomía.
Dícese: cocina de mercado, mercado local, cocina tradicional, producto de temporada, cocina de temporada, recetas tradicionales, productos típicos, propios, de la tierra, de nuestro mar, kilómetros cero o cocina de cercanía entre tantos.
De todos había oído hablar y todos los había experimentado de un modo u otro.
Pero hay uno que me traía de cabeza y que, por fin, he conseguido catar.
Y querid@s lector@s, ¡Pedazo experiencia!
Empiezo desde el principio.
Este verano hemos decidido repetir destino vacacional, ya que creíamos que en las tierras gaditanas nos quedaba aún mucho por descubrir.
Cádiz es tierra muy rica en productos pesqueros: gambas, chocos (sepias), calamares, acedías, sardinas y antxoas.
Allí poseen una amplia flota de barcos de bajura que entran cada día con sus capturas en los diferentes puertos de la provincia. En algunos de ellos incluso se realizan dos subastas al día, a la mañana y a la tarde. Por la cantidad de barcos que acuden a vender su pescado.
Coquinas, cazones (aquí los llamamos tollas), almejas, conchas finas, ortiguillas (anémonas), rapes, lenguados o el apreciadisimo langostino con marca propia “langostino de Sanlúcar” de la Cofradía de Pescadores de Sanlúcar, en plena desembocadura del Guadalquivir, frente a Doñana.
Por no nombrar su mundialmente conocido atún. El omnipresente túnido que se come allí en todas sus versiones y llena cartas, menús y pescaderías.
Todo un festival de sabores, texturas y sorpresas gastronómicas y marinas cuyo culmen disfruté en la tacita de plata, Cádiz capital.
Allí, en el Mercado de Abastos, visita que recomiendo encarecidamente, hay una pescadería con un letrero que reza así: “Hay un lugar donde cocinan nuestros mariscos. Consúltenos”
Me detuvo en seco.
Además de ser la pescadería con mejor género de todo el mercado, me estaban ofreciendo la experiencia que hacía tanto tiempo estaba buscando.
Así que no dudamos. Y entramos de cabeza.
De entre todo lo que vimos en su mostrador elegimos: unas doradas salvajes del puerto de Conil, unos tapaculos, son una especie de gallitos chatos muy abundantes en aquellas costas. Y algún marisco: unos carabineros, gambas rojas y conchas finas.
Nos limpiaron el pescado y con nuestra bolsa nos acercamos al restaurante concertado donde nos dimos el festín.
El cocinero nos consultó el modo de preparación de cada artículo y nos sentamos a la mesa.
¡Fue una gozada!
El establecimiento nos cobró por la preparación del género 5€ por comensal. Precio, a mi entender, perfectamente justificado. Ya por el uso de los complementos y las instalaciones, y sobre todo porque teníamos a nuestra disposición a un profesional de la cocina preparando nuestro pescadito.
Fue sublime el hecho de poder escoger directamente el pescado que nos comimos. No sólo porque elegimos su frescura, su procedencia y su precio, sino sobre todo por el hecho de bebernos a sorbos su producto más local y disfrutarlo como ell@s allí lo disfrutan. Fue como entrar en la cocina de un hogar gaditano.
Tanto nos gustó la experiencia que la acabamos de instaurar en nuestra Pescadería.
Así que a partir de ahora, sí andas por Donosti y te apetece comer nuestro pescado o marisco y no tienes dónde o no tienes ganas de encender el fuego, no te preocupes.
Reservamos para tí una mesa en nuestro restaurante colaborador ZIRTAN, en la Parte Vieja, a una manzana del Mercado y Neck, su propietario y cocinero te lo prepara a la brasa, a la plancha o cómo lo decidas con él. Y todo por el módico precio de 5€ por comensal.
Allí puedes completar tu menú, si te apetece, con algún entrante, un buen vino o algún postre.
Me parece un plan precioso y una experiencia gastronómica única. Tanto para una comida improvisada de aquí te pillo aquí te mato, como para una cita preparada con mimo y antelación. Una manera nueva, diferente y especial de sorprender y de disfrutar.
Yo, el viernes que viene lo estreno con mis amigas.
On egin!
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CAROL ARCHELI
PESCADERÍA ESPE
www.pescaderiaespe.com
Etiquetas: nº 213 - septiembre 2022