Una experiencia única e inolvidable: acercarse a la vida de una granja ecológica, participando de las labores diarias para que niños y también adultos puedan contactar de nuevo con la naturaleza.
Érase una vez un roble de 200 años que, sin buscarlo, se convirtió en una de las principales atracciones de Villanueva de Arce, lugar mágico situado en el Pirineo de Navarra.
Porque este roble, no es un roble cualquiera. Acoge una preciosa cabaña diseñada por Iñaki Urkia (arquitecto bioclimático) que ha sido construida reutilizando antiguas cubas de roble de la casa familiar de Luismi, uno de los “culpables” junto a Mari Cruz de la existencia de este bello y sostenible espacio rural.
Agroturismo Mari Cruz es un sueño hecho realidad. Además de las 3 habitaciones iniciales con las que arrancaron la aventura, hoy cuenta también con dos apartamentos familiares, una cocina-comedor común con un árbol de juegos, una biblioteca, dos cabañas en los árboles y una ecogranja con animales, huerta y cocina eco.
No son ni ganaderos, ni agricultores, ni industriales. Pero conscientes del alejamiento que se ha ido produciendo entre la vida en el campo y la ciudad, brindan a sus huéspedes una experiencia única e inolvidable. Acercarse a la vida campesina de una granja ecológica, participando de las labores diarias que realizan tanto en la huerta como en la granja, para que niños y también adultos puedan contactar de nuevo con la naturaleza y disfrutar de una jornada campesina.
La cita es a las 10 de la mañana. A esa hora, todos los días, se realiza la ronda de los animales para darles de comer y atenderlos. Dura más o menos una hora y es una actividad abierta a todos.
La huerta es otro de los tesoros de este lugar. La producción la utilizan para el auto consumo y para alimentar a los viajeros rurales que nos alojamos en sus casas y cabañas. Invitan a probar a hundir las manos dentro de la tierra suelta y también a degustar lechugas, tomates, cebollas, puerros, remolachas, pepinos, berzas, acelgas, borrajas, alubias, judías verdes, pimientos, berenjenas...además de los pequeños frutos: frambuesas, fresas, arándanos y grosellas y algunos frutales que dan uvas, cerezas, ciruelas, manzanas…
Imaginaos los ecodesayunos, las ecocenas y las cenas especiales que organizan a lo largo del año. Las comidas son caseras, hechas a fuego lento, con cariño y en el día, con productos de la huerta y granja, y con otros productos locales km0 y ecológicos (el 90% de los alimentos que sirven es de procedencia ecológica).
La actividad no para en torno a la buena gastronomía. Algunos días organizan talleres de cocina donde se descubre el origen de los alimentos a lo largo de una tarde con delantal.
Y para que disfrutemos de la estancia y también si queremos, se nos haga más leve la vuelta a casa, han montado una pequeña despensa-ecotienda donde por encargo podremos hacernos con bizcochos, yogures y panes caseros entre otras muchas delicias. ¿Alguien da más?
«Queremos convertirnos en esos tíos del pueblo para permitiros volver a contactar con la tierra.» (Luismi)
TURISMO GASTRONÓMICO
NERE ARIZTOY
Consultora de turismo gastronómico especializada
en sistema alimentarios
Etiquetas: nº 211 - junio 2022