La brasería abrió sus puertas en 2019 (...) Ofrecen una cocina honesta y sencilla, 100% casera, utilizando preferentemente productos de la zona y de máxima calidad en todos sus platos.
Quién iba a imaginar que Pano, un rincón perdido de Ribagorza (Huesca) que quedó abandonado por completo en la década de los sesenta, volvería a resurgir de sus cenizas y además se convertiría en un maravilloso proyecto turístico, sostenible y de calidad, donde la gastronomía es el reclamo estrella.
La historia comienza en Junio de 1988 cuando un suizo visionario, polifacético donde los haya, extravagante y entrañable al mismo tiempo, luchador, soñador y padre (así lo definen sus propios hijos) decidió cambiar el rumbo de los acontecimientos cuando realizaba una ruta en bici junto a su pareja por los Pirineos.
Kurt Fridez y Sylvia Aechbacher bajaban por el rio Isábena para subir por el Esera pero ese día hacía mucho calor y decidieron cambiar de ruta cuando vieron, a la salida de Graus, un desvío a la izquierda. Decidieron tomarlo y fue entonces cuando apareció ante ellos el caserío y el entorno de Pano. Kurt tardó apenas dos minutos en comprender que aquel era el lugar en el que quería estar.
No fue hasta 1991 cuando pudieron comenzar su rehabilitación con un objetivo claro: devolver a Pano a la vida y hacer de él un lugar de reencuentro y de gozo. Más de treinta años después, son sus cuatro hijos (nacidos allí) quienes han seguido con el sueño de sus visionarios padres y pueblan uno de los rincones con más encanto de la comarca.
La familia al completo se dedica ahora a la restauración del pueblo, al mantenimiento y mejora de sus servicios y desde hace cuatro años, a construir un lugar de culto para el disfrute visual y del paladar de todo aquel que se acerca a la ya más que conocida Brasería L’Alcina.
La brasería abrió sus puertas en 2019 para acoger a los turistas que visitaban el pueblo. Con un aforo máximo de 75 personas, tiene un coqueto comedor interior, una terraza cubierta y acristalada y 3 zonas ajardinadas situadas en diferentes alturas. Todas ellas con unas vistas inmejorables al monte que muestra el camino de inicio al precioso Valle de la Fueva.
Ofrecen una cocina honesta y sencilla, 100% casera, utilizando preferentemente productos de la zona y de máxima calidad en todos sus platos. Ensaladas de temporada, platos de “picoteo”, carnes, pescados y mariscos hechos a la brasa de leña de carrasca, junto con deliciosos postres artesanos y una bodega formada por una amplia oferta de vinos, dando prioridad a los de la región, son las señas de identidad de L’Alcina, que se ha convertido ya en uno de los templos culinarios de moda en la baja Ribagorza.
Historia, naturaleza y gastronomía; una delicia para los sentidos que en breve se completará con un alojamiento rural donde disfrutar con calma de algunas de esas maravillosas puestas de sol que enamoran a viajeros intrépidos.
«No hay tiempo de envejecer si estás trabajando.» Kurt Fridez, 81 años
IG @braserialaalcina
FB L’Alcina
TURISMO GASTRONÓMICO
NERE ARIZTOY
Consultora de turismo gastronómico especializada
en sistema alimentarios
Etiquetas: nº 211 - junio 2022