Y comienza el ritual. Maravilloso ritual. Esta vez lo vamos a disfrutar aún más si cabe porque tenemos muchas cosas que celebrar. Algunas de ellas muy importantes, que tal vez hace un par de años debían de haber sido también motivo de celebración pero las prisas y esa sensación de que todo iba bien y que nada podía alterar nuestro pequeño universo, hacían que pasaran desapercibidas.
“Sí, sí. Ya está reservada...claro. Cómo vamos a ir sin reservar, anda que tu… pero oye, quedaremos antes para echar un pote o que… a eso de la una. Genial. En el bar de siempre. Pues eso. Hasta el sábado. Agur!”
Por fin llega el sábado. Y hay que mantener las buenas costumbres así que el poteo arranca y termina con sidra. Porque no es cuestión de hacer experimentos con gaseosa y además el trago entra de lujo a esas horas ya que el estómago empieza a pedir de beber y por supuesto de comer.
“¿Qué tal todo? Tiempo sin vernos… Qué ganas tenía... ¿Cuándo fue la última?... El año pasado creo… Ay no, espera que hicimos una en Noviembre ¿No te acuerdas? Estuvo genial, dijimos de juntarnos antes de Navidades por si acaso y menos mal…”
Con una sonrisa en la cara y el retrogusto activado (ese maravilloso conjunto de aromas, sensaciones y señales que la sidra nos ha dejado en boca, garganta y nariz una vez que ya la hemos tragado) cruzamos un año más la puerta de la sagardotegi.
Otro mundo de sensaciones se dispara. Las voces de la gente que ya está por allí disfrutando del momento, los aromas a manzana y brasa, el sonido de la sidra al escanciarla… Qué gozada. Ya estamos aquí de nuevo. En casa.
A menos de un metro de distancia para que podamos apreciar todo su esplendor, nos adelanta por la derecha un txuletón, calculo yo de más de un kilo largo, luciendo orgulloso sus tres tonos: el tostado exterior, medio centímetro de color gris y el rojo intenso característico en su interior. Señal de que todo va bien. Junto con la sidra es la estrella de la fiesta, para qué lo vamos a negar.
Y comienza el ritual. Maravilloso ritual. Esta vez lo vamos a disfrutar aún más si cabe porque tenemos muchas cosas que celebrar. Algunas de ellas muy importantes, que tal vez hace un par de años debían de haber sido también motivo de celebración pero las prisas y esa sensación de que todo iba bien y que nada podía alterar nuestro pequeño universo, hacían que pasaran desapercibidas.
Por eso el grito de “Txooootxxxx….” suena a gloria. Y aunque este año todavía deba ser con mascarilla y el consumo en mesa (de momento) lo importante es que estamos aquí. Viviendo la experiencia de nuevo.
Y así nos encaminamos, siguiendo al sagardogile, a nuestro txoko favorito esperando con los nervios a flor de piel turno alrededor de las kupelas para llenar la jarra.
“Hau da Gure Sagardo Berria!”
Que no se diga que no os avisé. No vayáis sin reserva…
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Etiquetas: nº 207 - febrero 2022