Jeanne pasó a llamarse Jean, se disfrazó de hombre, envolvió su pecho con vendas y embarcó en el viaje alrededor del mundo.
Los que soléis leer mis artículos ya conocéis de sobra mi pasión por los viajes, la gastronomía y el buen vino. Y como para escribir sobre todos estos temas primero hay que leer, investigar y documentarse mira por donde que un día de estos me encontré con una historia muy curiosa a la vez que apasionante y que creo os gustará.
Siempre que pensamos en grandes viajes, gestas y circunnavegaciones nos viene a la mente la figura del navegante, marinero curtido o conquistador. Creo que sobran las menciones a los ya famosos y conocidos.
Jeanne Baret nació y se crió en la pequeña localidad de La Cornelle, una aldea rural del centro de Francia. Sus padres eran humildes jornaleros cuya vida era el campo y fue lo que hizo que conocieran con detalle las propiedades curativas de las plantas, conocimientos que trasladaron a su hija convirtiéndola en una campesina educada en medicina botánica.
Cuando los padres de Jeanne fallecen, abandona el campo y comienza a trabajar como institutriz del hijo del famoso naturalista y botánico Philibert Commerson. Este hecho supone un cambio fundamental en su vida. En aquel entorno y con sus conocimientos pronto pasa a ser ayudante de Commerson al que le ofrecen realizar, junto a su equipo un viaje alrededor del mundo en busca de territorios desconocidos y nuevas especies de plantas.
Pero había un pequeño problema. En aquellos tiempos las mujeres tenían prohibido navegar a bordo de barcos de la Armada Francesa. Baret y Commerson idearon un plan, Jeanne pasó a llamarse Jean, se disfrazó de hombre, envolvió su pecho con vendas, se vistió con ropa holgada y embarcó en el viaje alrededor del mundo que zarpó en 1766 comandado por Louis de Bougainville.
Se convirtió así en la primera mujer que circunnavegó el mundo (en secreto) haciéndose pasar por un hombre, en un viaje duro, donde trabajó como uno más, cargando prensas de plantas de madera que utilizaban para preservar las especias botánicas. En muchos momentos del viaje Commerson sufrió problemas de salud y fue Baret quien dirigió la expedición como botánico principal. A los dos años del viaje, la verdadera identidad de Baret fue descubierta por una tribu indígena en Tahiti. Sin embargo, tan valioso e impresionante había sido su trabajo tanto físico como botánico que Bougainville decidió no procesarla ni detenerla.
A cambio ella y Commerson se vieron obligados a abandonar la expedición en la Isla Mauricio, donde el botánico fallece al poco tiempo debido a sus graves problemas de salud. Jeanne, sola y sin recursos, decide abrir un cabaret en Port Louis para ganarse la vida (me encanta esta anécdota), dicen que la multaron por servir alcohol los domingos…
Allí conoce a un oficial naval francés con el que se casa. La pareja decide regresar a Francia completando así la vuelta al mundo en 1775, 9 años después de haberla iniciado.
Jeanne Baret llegó a París con una colección de más de 6.000 especies de plantas y el propio rey Luis XVI la felicitó y le concedió una renta vitalicia. Sin embargo, a pesar de la gesta lograda, su figura cayó rápido en el olvido.
Tuvieron que pasar dos siglos para que el reconocimiento mundial a su gesta de circunnavegar el mundo y a sus descubrimientos le diera la justa fama que nunca tuvo en vida. Fue la publicación del libro El descubrimiento de Jeanne Baret (2010), de Glynis Ridley, la que sacó del anonimato la vida aventurera y el legado de una gran mujer de ciencia. ¡Bravo Jeanne!
“Nunca podrás cruzar el océano a menos que tengas el coraje de perder de vista la costa” –Cristobal Colón-
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Etiquetas: nº 201 - agosto 2021