El pastoreo siempre me ha parecido un oficio entregado pero a la vez con una gran recompensa emocional. Trabajar a la intemperie, 365 días al año, cuidando a un rebaño con la única ayuda de un palo y un perro implica una gran responsabilidad. “Exagerada” pensaréis algunos.
Y ahora os lanzo una pregunta, la misma que se hace Aritz Ganboa desde Arruazu, rincón mágico del Valle de Sakana, tierra de pastores: “¿Cuántos oficios duran 5000 años y pico?... Ya me gustaría saberlo. Y nosotros aquí seguimos… manteniendo a la oveja latxa con su forma de vida, porque si yo sólo me centro en la productividad del animal, me habré cargado a la oveja latxa y el pastoreo. Hay cosas que están por encima del rendimiento económico”.
Aritz es feliz en su pueblo, para él, el mejor lugar del mundo para vivir. Amante de su trabajo decidió hace unos años añadir la posibilidad de conocer el pastoreo de cerca acondicionando la cuadra, la quesería y una txabola.
En la cuadra nos propone un recorrido de dos horas donde conocer los secretos de la oveja latxa y una muestra del trabajo del perro pastor con Ekin, el precioso border collie compañero de fatigas de Aritz. También descubriremos como elabora su queso, de la D.O. Idiazabal y aprenderemos a hacer una cata organoléptica.
En el monte y a lo largo de un recorrido que dura también dos horas, seguiremos las huellas que desde el Neolítico hasta nuestros días dejaron los pastores. Conoceremos la actual txabola de pastor y la marcha del rebaño para finalizar de nuevo con una cata de su queso.
“Por cada euro que gastamos en productos locales se generan otros tres euros en ese mismo entorno rural…” nos cuenta Aritz. Estas experiencias de pastoreo cuestan entre 8€ y 10€ para los adultos y 5€ y 6€ para los niños. No se me ocurre una mejor inversión en nuestra tierra, esa que tanto nos ofrece y que muchas veces no sabemos apreciar.
Y cómo silban los pastores… Qué envidia, eso es un don.
+ info: www.albigaztak.com
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Etiquetas: nº 185 - febrero 2020