¿EL FIN DEL KILÓMETRO 0??
La entrega este año de los Premios Materia Prima (ver página 48) ha venido, en esta ocasión, acompañada de un completo programa de actividades en el que tuvo la suerte de participar el estúpido concienzudo que suscribe estas líneas y en el que tuvimos el privilegio de disfrutar de opíparas comidas, visitas a bodegas, alojamiento en la capital de nuestra pequeña pero matona comunidad autónoma... ya saben, esos privilegios que tenemos los gastrópatas y que algunos piensan que es la principal actividad que ocupa nuestro tiempo al ser lo único que trasciende a los medios de comunicación.
Pero no, la cosa no quedó tan solo en disfrute hedonista. El arranque propiamente dicho de las jornadas, por ejemplo, fue una mesa redonda en la que tuvimos que discurrir, participar, reflexionar, discutir (a veces a cara de perro), dirigirnos a la audiencia... un esfuerzo intelectual que obedecía, empero, a una buena causa: la de aportar luz al debate, muchas veces frívolo, que se da en la sociedad y entre los propios informantes acerca del tan cacareado y utilizado concepto del Kilómetro 0.
Tan loable propósito, no obstante, quedó ligeramente empañado al inicio del debate ya que los convocantes quisieron introducir la conclusión a la que debe llegar toda discusión tras calibrar diferentes puntos de vista como punto de partida de la misma, es decir SU conclusión sin dejar siquiera que ésta surgiera de manera natural. Arrancó el encuentro, así pues, dando prácticamente por muerto el concepto de Kilómetro 0, calificándolo poco menos que de engañifa y ridiculizándolo o, al menos, intentando hacerlo. Por suerte allí estaba Aitor Buendía, firme defensor de dicho término para actuar de parapeto ante lo que fue un torpe inicio que los propios asistentes se encargaron de equilibrar.
Al final la conclusión fue que sí, que vale, que el Kilómetro 0 a fuer de ser repetido y machacado se ha convertido en una etiqueta cuando se utiliza de manera no adecuada, pero se creó un consenso bastante amplio, o a mí al menos me lo pareció, sobre que el manoseado concepto sigue teniendo fuerza como idea, como símbolo, como utopía ecológica y gastronómica que debería servirnos para avanzar en pos de un mundo más justo y más sano.
La pregunta es: ¿Hay que seguir utilizando dicho concepto o es momento de renovarlo y cambiarlo? ¿Hace otro debate?
ESTUPIDO CONCIENZUDO
JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com