ESTRELLAS FUGACES
En Ondojan.com siempre hemos llamado a las estrellas Michelin “Estrellas fugaces”, no porque éstas, como pasa muchas veces, vienen y van, sino porque cuando uno de nuestros anunciantes es tocado por la varita mágica de la guía francesa es cuestión de tiempo que presente su renuncia como cliente de nuestra modesta publicación, como si el aparecer al mismo nivel que el resto de anunciantes en una revista como la nuestra, de repente y porque los inspectores de la prestigiosa casa de neumáticos se han fijado en él, ya no fuera con su filosofía o con su nueva categoría.
Lo cierto es que la “subida de grado” que conlleva para los restaurantes el entrar en el selecto club de los estrellados lleva a estos curiosos comportamientos “selectivos” por parte de los chefs y propietarios de los locales. Se ven, de golpe y porrazo, sonreidos por la diosa fortuna y el pagar por promocionar su nombre se convierte de repente en una práctica vulgar, por lo que dejan de hacerlo por norma, por muy bien que se haya portado con ellos la publicación que les había acogido hasta la fecha del feliz acontecimiento. A fin de cuentas, el contar con un “macaron”, como se conoce popularmente en Francia a la estrella Michelin, abre las puertas a múltiples entrevistas en medios de comunicación, menciones en guías, tratamiento de favor en folletos y guías de instituciones a pesar de estar éstas sufragadas con dinero público, y además, los periódicos locales se hacen eco de manera aparentemente gratuita de cualquier noticia referente a los chicos y chicas de la Michelin. Y decimos “aparentemente gratuita” porque, con el tiempo, uno se entera de que como sucede con tantas cosas, esa gratuidad no es tan gratuita como parece, ni mucho menos.
Sea como sea, las estrellas hacen que algunos cocineros y cocineras profundicen más en la “brecha gastronómica” a la que hicimos alusión en nuestro anterior editorial.
Por eso es edificante el hablar, como hacemos en este número, con gentes como Benjamín Urdiain, a quien la obtención de tres estrellas no le hizo perder ni un gramo de modestia y humildad, o comer en restaurantes como Kaia, que tuvo en su día una estrella que no buscó y al que no le preocupa lo más mínimo la consecución de la misma a pesar de merecerla tanto o más que otros.
Nosotros, con estrellas o sin ellas, seguiremos defendiendo desde nuestras páginas una gastronomía auténtica y accesible ¿nos acompañan en ello?
ESTUPIDO CONCIENZUDO
JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com