CASA UROLA: El restaurante integral de la Parte Vieja
- Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA
El pasado mes de febrero tuvimos el placer de pasar por Casa Urola con el fin de “tomar la temperatura” al momento actual de cocina de ese gran chef que es Pablo Loureiro Rodil. Eso sí, antes de entrar “en materia”, tomamos en su barra una “Karmelita” (Foto 1), el clásico pintxo koxkero que este cocinero no solo mantiene, sino que ha tuneado de manera muy positiva. La mahonesa está elaborada con ajetes tiernos, el pan no está frito en freidora y a la brava, sino que Pablo lo saltea en una sartén parisienne en un aceite de oliva confitado con ajo. Y, por supuesto, tanto la gamba como la antxoa y el huevo son de primera división. Habrá a quien este pintxo, por 2,30 euros, le parezca caro. Para nosotros, no solo está justamente cobrado, sino que representa, además, toda una muestra de respeto hacia la Parte Vieja y su tradición “banderillera”, respeto que también nos mostró con el pintxo de temporada que también nos sirvió y del que no dejamos ni las limaduras de patata: “Pechuga de paloma, duxelle de champiñón y patata paja”, una delicia con visos de alta cocina que se factura al increíble precio de 4,40 euros.
El mencionado respeto se muestra en otros detalles como la presencia de producto fresco de temporada en el mostrador (en este caso Alcachofa de Tudela el día de nuestra visita), así como en el resto de maravillosos pintxos de barra que acompañan día a día a la “Karmelita” como la Gilda, el Taco de bonito, el “Huevo tumbado”, el Duo de antxoa y boquerón, la Trucha ahumada... una barra realmente bien aprovechada.
Desfile de maravillas en sala
Subiendo al precioso comedor de la casa y pasando a ser atendidos por la esposa del chef, Begoña Arenas, la comida propuesta por Pablo comenzó con un desfile de maravillas, todo un homenaje gastronómico que incluyó detallito inicial en forma de reconstituyente Sopita de pescado, maravillosa Ostra atemperada y envuelta en papada ibérica con puré de coliflor, algas y huevas de trucha (Foto 2), Alcachofas en salsa verde con almejas y Habitas salteadas con crema de patata, papada, yema de caserío y verduras de temporada... Un delirio de sabores, aromas y colores capaz de desmontar, en el buen sentido de la palabra, al más preparado gastrópata... y eso sólo fue el inicio.
A continuación, la parte central del menú fue digna de ovación. Primeramente, nos fue servido un Revuelto trufado de patata (Foto 3) que más que un revuelto era una finísima crema de patata y huevo con una generosa cantidad de trufa rallada servida en plato hondo y cubierta de un mar de lascas de trufa recién laminadas. Un placer inconmesurable para los amantes de la Tuber Melanosporum, ese preciado hongo a cuya temporada le quedan dos telediarios.
Y antes de que tuviéramos tiempo de volver a posarnos en tierra, Pablo volvió a atacar con un Trío de Kokotxas (rebozada, plancha y al pil-pil) (Foto 4) que nos puso de nuevo levitando por su sabor, textura, frescura... producto de primera categoría trabajado de manera magistral. Por si fuera poco, con la llegada de estos platos nos fue servido el Lindes de Remelluri edición Labastida, un extraordinario y punzante Rioja Alavesa de Telmo Rodríguez que hizo que el momento fuera, sencillamente, perfecto.
Siguió, para terminar con la parte “salada” del menú un soberbio Bacalao a la brasa (Foto 5) asado con morros canfitados y pil-pil de patata servido en un punto sencillamente perfecto y un impecable Txangurro a la Donostiarra de libro, elaborado, como no, con centollo.
Finalmente, Pablo nos mostró sus dotes de repostero con tres creaciones que terminaron de redondear el homenaje, comenzando por el bautizado como “Nuestro postre de chocolate”, una bomba de relojería (en el buen sentido de la palabra) compuesto de Bizcocho de chocolate, cremoso de chocolate blanco, cremoso de chocolate negro, helado de yogur, galleta de cacao rellena de espuma de chocolate y salsita de gengibre. Tras tan contundente inicio de la parte dulce, siguió un clásico ineludible de la casa como es la Torrija con helado de café con leche (Foto 6), y finalizó la orgía de postres con un Milhoja relleno de crema pastelera acompañado de coulis de albaricoque, helado de avellana y compota de manzana.
Excelente selección de vinos
Toda la comida disfrutada en Casa Urola fue acompañada, además, de una cuidada y acertada selección de vinos, y es que este restaurante de la Parte Vieja es un pequeño paraíso para los amantes de los buenos caldos, que encontrarán en él una magnífica carta con más de 200 referencias a cada cual más recomendable abarcando todos los géneros, denominaciones y países buscando, principalmente, la calidad.
En nuestro caso, bebimos dos excelentes txakolis para empezar la comida, tanto el clásico Txomin Etxaniz como el más novedoso Lurretik, elaborado por Mardu (ver pág. 38), y finalizamos los platos “salados” con el mencionado Lindes de Remelluri edición Labastida... por no hablar de los exquisitos vinos dulces que acompañaron a los postres: la siempre agradecida sidra de hielo Bizi Goxo de Zapiain y el finísimo moscatel MR Mountain Wine elaborado, al igual que los vinos de Remelluri, por Telmo Rodríguez en las colinas de Málaga. Ya sea por sus sólidos platos como por sus líquidos... siempre es un placer dejarse caer por Casa Urola!
CASA UROLA
Fermín Calbetón, 20 -Parte Vieja- DONOSTIA
Tf: 943 44 13 71
www.casaurolajatetxea