El Convivium Slow Food Garraf-Penedès, en Cataluña, ha desarrollado un proyecto en las escuelas locales que se centra en un producto que forma parte del Arca del Gusto (o que en breve lo estará). Cada escuela planta en su huerto semillas de variedades locales de hortalizas. Las niñas y niños cuidan el huerto, con la ayuda de una abuela o abuelo y cosechan las verduras. Una vez maduras, son traídas al aula, una cocinera o cocinero local viene y demuestra delante de toda la clase cómo cocinar ese producto en concreto y, por supuesto, ¡al final se come en alegre armonía!
Este buen ejemplo de Slow Food en Cataluña no es desconocido en Álava ya que gracias a la organización del marraskilo que dirige José Antonio Arberas en el territorio babazorro, llevan años también trabajando con centros educativos acercándose a las aulas y, lo que es más importante, llevando a txikis a huertos agroecológicos como los de Basaldea en Abetxuko.
Valentí Mongay, presidente del Convivium Garraf-Penedès y Anna Raventós (autora y directora del programa) que estuvo en su día conociendo la experiencia de Álava, reconocen el “éxito del proyecto. En dos cursos escolares, en menos de 2 años, hemos pasado de las tres escuelas piloto a treinta centros escolares, y seguimos sumando escuelas. Cada escuela ha tenido un cocinero/a, una persona productora, una abuela o abuelo de apoyo por escuela y 100 estudiantes, como mínimo. Han probado el producto del Arca del Gusto, han recibido recursos de Slow Food sobre el Arca del Gusto, han sido concienciados sobre la biodiversidad de la zona y han probado productos que no hubiesen conocido, probablemente. Unos 9.000 alumnos y alumnas se ven involucrados en este proyecto así como toda la comunidad educativa. Al mismo tiempo, iniciamos una prueba piloto en una residencia de ancianos y en un hospital de día de trastornos alimentarios”.
El programa tiene como objetivos promover y desarrollar proyectos de educación alimentaria y ambiental en un contexto, Cataluña, donde la desvinculación con la tierra es elevada. También se intenta divulgar la gastronomía de proximidad, introduciendo la sensorialidad y el gusto como punto de partida para no olvidar la cocina de nuestras abuelas y alejarse de la comida rápida. Por fin, se intenta defender el territorio a través del huerto y de la cocina escolar para potenciar la biodiversidad de la zona, la sostenibilidad y el reaprovechamiento de los alimentos. Luchar por la inclusividad, por la prevención de trastornos alimentarios y de obesidad infantil.
LA RUTA SLOW
AITOR BUENDÍA
Eibarrés, Vitoria-Gasteiz
Comunicación y Slow Food
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Etiquetas: nº 230 | febrero 2024