Viernes, 22 Noviembre 2024

UNAS SIMPLES Y SUBLIMES PATATAS FRITAS

UNAS SIMPLES Y SUBLIMES PATATAS FRITAS Imagen 1

 

Hace tiempo que no pido patatas fritas en bares y restaurantes. Y no porque no me gusten, ya que me encantan. Todas las mañanas doy gracias al pueblo belga, y por si acaso también al francés, por inventarlas; “no es bueno que el bistec esté solo”, debió pensar un iluminado, y no se me ocurre mejor compañía para el filete, con todo el respeto y reverencia que merecen los pimientos, los verdes y los rojos. Y qué decir de su idilio con el huevo, me relamo sólo de pensar en untar unos bastones para provocar la sublimación de su yema en combinación deliciosa y, de tan pringosa, hasta concupiscente. Mmmmhhhh….

¿Le quitas valor culinario por su extracción humilde? Pregunta a Lucio Blázquez cómo han rebañado en su casa platos y platos de benditos huevos estrellados monarcas, actores, futbolistas y otros líderes mundiales, desde Bill Clinton a Cantinflas, sin olvidar a Pelé. ¿Y qué sería de la reputación de Zalacain, primer restaurante del estado en conseguir tres estrellas Michelin, allá por 1987, sin sus envidiadas patatas suflé, o sufladas? A buen seguro, hubiera perdido las tres mucho antes. Y no olvido la de platillos que habrán despachado en el bar Ciaboga desde su apertura.

Pero decía que ya no pido patatas fritas, y es que yo, como Alberto Chicote, cuando no puedo dormir me levanto pensando en bolsas de patatas congeladas, perejil seco y sucedáneo de cangrejo. Me he cansado de pagar a precio de solomillo raciones de patatas descongeladas, trozos de tubérculo apelmazados que no cobran alegría por mucha salsa que los cubra. Y todo por ahorrar tiempo y dinero, a costa de la satisfacción del cliente, cuando se trata de un monumento a la sencillez, el sabor y la armonía que no precisa más que cuchillo, sartén, aceite y sal. Pero se han impuesto la vaguedad, la falta de calidad y de cariño, de atención y preocupación. Muchos hosteleros se conforman con dirigir meros abrevaderos, con el servir y cobrar, y así nos quedamos sin el placer de comer unas simples y sublimes patatas. Qué pena más grande.

 

 

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Igor Cubillo OJ145

   

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IGOR CUBILLO 
Periodista, economista, equilibrista
Director de la web gastronómica
http://loquecomadonmanuel.com

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