Recientemente tuvimos el placer de dejarnos caer por Urola Kosta, acercándonos a los dominios de la casa de distribución Mardu invitados por Jon Eizagirre Osa, responsable de la comercial, que nos mostró en petit comité su flamante nueva bodega, un sencillo pero bien preparado pabellón en el que elabora sus txakolis, Aitaren y Lurretik, dos joyas de la tierra que viene vinificando desde 2015 (2021 en el caso de Lurretik) y que tras ser embotellados durante varios años en una cercana bodega, ahora son íntegramente elaborados en este espacio situado, al igual que sus cuatro hectáreas de viñedo, alrededor de la casa en que se crió junto a sus hermanos, Idurre y Josu, que le acompañan en su empresa.

Jon es un enamorado del txakoli y cuando a su padre, Juan, le dio por plantar las viñas a comienzos del siglo actual con la intención inicial de limitarse a vender la uva, este zestoarra no paró hasta que, inicialmente contra el criterio de su progenitor, elaboró su propio “zumo” de Hondarrabi Zuri. Eso sí, Jon tuvo la lucidez de dedicar tanto el txakoli como el nombre del mismo a su padre, con lo que éste es hoy uno de sus más entusiastas valedores, además de un colaborador que vigila el viñedo y participa en el proceso.

Desde hace un par de años, además, Jon cuenta en su aventura con la colaboración y la complicidad de Irene Casas, enóloga vallisoletana de exquisito gusto y gran sensibilidad que ha cambiado la meseta por el flysch y se dedica en cuerpo y alma al txakoli de los Eizagirre. Con Jon y con ella recorrimos el viñedo, probamos los txakolis en proceso de elaboración directamente desde los depósitos y terminamos catando la añada 2021 de los mismos en la preciosa sala de catas de la bodega, acompañándolos con una exquisita ventresca y unas adictivas antxoas de Conservas Yurrita. 

Por supuesto, disfrutamos como niños de los elixires de Jon e Irene, más si cabe al degustarlos junto a ellos, escuchando sus explicaciones y participando de la pasión que ambos sienten hacia estos vinos, que a pesar de ser vinificados en barricas de roble y depósitos de hormigón y ser continuamente batoneados con sus lías, no dejan de conservar la acidez y la salinidad específicas de la DO Getariako Txakolina y es que, a pesar de que varias lomas separan los terrenos de Mardu del mar, como bien nos explicó Irene, el Flysch, geológicamente hablando, se adentra en el interior y llega hasta estos viñedos, haciendo de nexo de unión entre las tierras de Zestoa y el Cantábrico. 

Sin duda, fue un disfrute la visita a las instalaciones de Mardu y la degustación de sus vinos. Si los veis en alguna pizarra, barra o carta, no dudéis en probarlos. Os chocarán y os descolocarán por su marcada personalidad y su originalidad, pero os acabarán enganchando como nos engancharon a nosotros!!

BODEGAS AITAREN

Mardu Bidea, 2B 
Arroa Behea - ZESTOA 
Tf: 620 213 309
www.aitaren.com