TXAKOLI!
Sin embargo, lo que no está tan claro es el origen de la palabra txakoli, que aparece citada por primera vez en 1520
Todo parece indicar que, el origen del vino que hoy día conocemos como txakoli, comenzó a fraguarse allá por la Edad Media. La implan-tación generalizada del viñedo en la cornisa cantábrica se vio favorecida en esta época por el impulso tanto del reino de Navarra como del Camino de Santiago. Esto no quiere decir que no hubiera producción anteriormente, pero quizás sea éste el momento en el que comienza a elaborarse no sólo para un consumo familiar sino también con fines comerciales.
Sin embargo, lo que no está tan claro es el origen de la palabra txakoli, chacolín o chacolí. Aparece citada por primera vez en un texto en 1520, cuyo documento se encuentra en los archivos de la Real Chancillería de Valladolid. En él se resume un pleito por unos hechos ocurridos en San Sebastián en 1513 por el impago de «3 pipas de vino chacolín y 45 cántaros de sidra». Lo que sí parece claro es que el término procede del euskera, castellanizado posteriormente. De todas formas, ni los mayores expertos en filología son capaces de aclarar su origen. Entre todas las teorías, la más convincente hoy día nos explica que la palabra procede de la expresión «etxerako eginda», es decir, «hecho para casa», que posteriormente fue evolucionando hasta los términos actuales. Lo que sí se sabe con todo lujo de detalles, es el momento en el que, en el País Vasco, pasa de ser chacolí a txakoli. Ocurrió en la Nochebuena de 1895. Sabino Arana, preso en la carcel bilbaína de Larrinaga, tuvo la visita de su hermano Luis y otros dos miembros del partido recién fundado. Se conoce hasta el menú que disfrutaron y, como buenos vascos, parece que no quedaron de hambre. La cena se compuso de: entremeses, ostras, sopa de txirlas, ensalada de alubias, bacalao en salsa roja, angulas, besugo, bermejuelas, merluza frita y caracoles en salsa vizcaína. Lógicamente no la regaron con agua, sino con generosas dosis de chacolí. Los postres hicieron gala al resto de la cena: compota de manzanas, pastel, mazapán, turrones de Jijona y de yema, Jerez, Oporto y Chartreuse. ¡Lo que no pagaríamos muchos por meternos en la máquina del tiempo y tomar parte de tan espléndido desmadre con estos personajes! El mismísimo Sabino Arana, escribiendo el relato de aquel festín, decidió euskaldunizar el término, escribiéndolo con “tx” y “k”.
En cuanto al origen de las uvas, aunque es complicado precisarlo con total exactitud, todo parece indicar que, tanto la Ondarrabi Zuri como la Beltza, proceden respectivamente de la Courbu y la Cabernet Franc, las cuales llegaron a la costa cantábrica gracias a la expansión pirenaica del reino de Navarra.
A todos os recomiendo el magnífico libro Chacolí Txakolina, escrito por Manolo González y Mikel Corcuera. Un libro divulgativo, muy ameno y que fue galardonado en 2007 con el Premio Nacional de Gastronomía a la mejor publicación de investigación. En él podréis descubrir estas y otras muchas historias de nuestro querido txakoli.
Debemos sentirnos orgullosos de tener un vino único, con siglos de historia, personalidad propia, fresco, rico, escaso en alcohol, fácil de beber, de gran satisfacción acompañado o no de comida y con unos viñedos que pueden incluirse entre los más bellos del mundo.
¡Salud!
ESSENCIA DE VID
DANI CORMÁN
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