EL DISFRAZ DEL ALMA
Donostia, marzo de 2044.Hoy ha sido muy chistoso. Mi abuelo ha aparecido en casa para celebrar carnavales y el disfraz que llevaba puesto era tope. Tenía una pinta. Parecía un militar vestido de camuflaje. Llevaba una barba grande y muy negra. Nunca le había visto así. Siempre va afeitado. Después en la cabeza llevaba una especie de boina negra con una estrella roja de cinco puntas. Y para terminar un pedazo puro que parecía un rodillo de amasar de lo grande que era. No olía mal la verdad, por lo menos así, en crudo. Me lo ha dejado oler. Pero cuando lo ha encendido ese aroma se ha ido a tomar viento y ha empezado a atufar toda la casa. La ama ha venido corriendo a protestar. Pensaba que estábamos quemando algo. No sé qué concepto tiene del abuelo, pero me reído cuando ha llegado alarmada.
Yo iba vestido de Batman que es el personaje que más me gusta. Tengo varios muñecos de la colección todo cachas con su capa y sus inventos. Todo de negro. El abuelo, que es un poco cabroncete, me ha preguntado que dónde me había dejado la musculatura del disfraz. Me he reído un montón. Pero yo le he respondido que en el mismo sitio donde él había dejado la suya.
“Touché” me ha respondido. No sé lo que significa, pero luego se ha reído bastante mirándose sus brazos.
A mi abuelo el disfraz no le ha gustado. Siempre está refunfuñando. Ha dicho que por qué no me ponía algo más original. “Jolín, es bastante original”, le he respondido. Que un tipo vaya ayudando a la policía a mantener el orden en la ciudad repartiendo estopa, vestido de negro con capa y volando con artilugios geniales, lo es, y que encima todo lo pague de su bolsillo. Aunque sea en una ciudad que no existe está muy chulo. Yo creo que sí. Pero bueno, él no lo ha visto así.
Después nos hemos ido a pasear y a ver el desfile de carnavales y ha estado muy bien. La que más nos ha gustado ha sido una carroza que representaba una cocina en plena ebullición. Había fuego de verdad y todos los cocineros que se encontraban encima, por lo menos treinta, tenían gorros blancos y bailaban acompasados. La música estaba altísima, las luces mareaban y toda la tarima temblaba. Por uno de los extractores salía humo que parecía de verdad. Todos vestidos de cocineros y algunos de camareros. El abuelo se ha reído mucho. Gritaban y se insultaban pasándose platos mientras sacaban bandejas con pollos de cartón de un horno de mentiras. Hacían como que se quemaban. Nos hemos reído un montón. El baile de los cuchillos ha sido lo mejor. Todos tirándoselos entre ellos. Yo creo que eran de cartón. Lo que parecían de verdad eran las sartenes. Y eso que volaban igual. Las cazuelas se veía que estaban pegadas a la mesa. La carroza se llamaba “Ensaladilla en la cocina”.
Luego hemos ido a un restaurante nuevo que dan carne de vaca del Himalaya, que es el único lugar en todo el mundo donde queda nieve. Están muy de moda. Para no matar al animal le van quitando filetes en vivo y después les dejan un año para que se recuperen de la avería. Estaba buena hasta que me enterado del asunto y le he dicho que preferiría que hubiésemos comido brócoli, bueno brócoli no, patatas mejor, pero me ha dicho que para no matarlas les hacen lo mismo. Trocito fuera y a seguir viviendo.
Cuando volvíamos a casa me ha dicho que el año que viene iba a venir disfrazado de niebla. Yo no sé cómo hará ese disfraz.
Luego me ha reconocido que ha salido así porque no tenía otro disfraz a mano. Dice que se le olvidan las cosas y que hasta esta mañana no se había acordado de que eran carnavales y que me había prometido llevarme a ver el desfile. Que en realidad la persona de la que iba disfrazado le gustó en su momento, pero hace ya mucho que dejó de hacerlo. En concreto me dijo que había llegado a la conclusión de que fue un gilipollas y un vulgar chorizo. Pero que su figura le seguía gustando más por su estética que por lo que hizo.
“Jo, pues menos mal que no has venido vestido de Pedro Sánchez” le he contestado, “le oí decir al aita que le pasó algo parecido”. Se ha reído un montón. Yo no sé quién fue el tal Pedro. Creo recordar que el aita dijo que fue un cantante. Pero igual dijo que era un cantamañanas. Será lo mismo, ¿no?
Después me ha dicho que es mejor creer en Batman, Capitán Trueno o Eduardo Manostijeras. Me ha insistido en que estos no suelen defraudar. Las personas, por el contrario, a menudo lo hacen, me ha dicho. Yo no tengo ni idea quien es ese capitán, ni el señor de las tijeras.
TE LO DIGO
...y te lo cuento
Xabier Gutiérrez
Cocinero y escritor