Jueves, 21 Noviembre 2024

TXOKO: INQUEBRANTABLE AMBIENTE FAMILIAR

JAKITEA Gure Betiko Sukaldaritza

 

TXOKO: INQUEBRANTABLE AMBIENTE FAMILIAR Imagen 1

 

Hace dos años, en diciembre de 2018, publicamos un número muy especial de nuestra revista GIDA en forma de almanaque anual en el que encargamos a Vanessa Blázquez y Anne Otegi Imaz, responsables de Osoa Sukaldaritza & Ikaskuntza, que nos prepararan 12 recomendaciones sanas y equilibradas para encarar el año 2019. Entre dichas recomendaciones  incluyeron una preciosa crónica sobre el Bar Txoko de dicha villa, bar dirigido hace 40 años por los padres de Vanessa, Óscar Blázquez y Mª Dolores Santamaría, Loli. Dicho artículo puede leerse en la pág. 50 de dicha revista, disponible en la plataforma ISSUU por medio del siguiente link: https://issuu.com/zumedizioak0/docs/gida_195 

Estimulados por la lectura de este completo y sentido artículo nos dirigimos al el pasado verano. Vannesa no pudo hacernos de anfitriona por motivos laborales (una pena), pero su embajadora Anne cumplió con creces su cometido introduciéndonos a una familia que respeta y adora por haberle abierto sus puertas de una manera sincera y cariñosa.

Óscar Blázquez nos dio la bienvenida con un vino y la tapita de cortesía que acostumbra a ofrecer a su clientela, una tradición con la que no han podido crisis ni pandemias, una muestra de hospitalidad que le hace sentirse a uno bienvenido desde que pisa el Txoko, transmitiendo esa sensación de encontrarse uno en su casa. Acto seguido conocimos a Loli, legazpiarra como nosotros que, al igual que Óscar, nos sorprendió por su sencillez y su remango, y es que esta pareja conserva ese fundamento de los matrimonios hosteleros de antaño, en los que una pareja asumía una cantidad de trabajo que hoy en día no son capaces de llevar ni grupos de cuatro socios. Óscar y Loli son camareros, cocineros, friegaplatos, deejays y community managers, a su manera, de su local, cumpliendo además con creces todas las labores. Tras la bienvenida, en la que Óscar, como no, nos mostró con orgullo el “altar” dedicado al Real Madrid que luce bajo la televisón del local y que es especialmente venerado los días de partido merengue, pasamos al minúsculo comedor del Txoko en el que los parroquianos “que saben” disfrutan de las sencillas pero suculentas delicias que elabora la abnegada Loli en su también minúscula cocina.

Empezamos por la tortilla de patata, producto del que quienes nos siguen saben que somos fans irredentos, y que nos dejó encantados y es que por mucho que se pruebe este producto, siempre se encuentran cocineros y cocineras que le dan su toque particular. En el caso de Loli, elabora una tortilla de esas que nosotros solemos denominar “de pasta”, es decir, con un interior en el que la patata ha sido pochada como si no hubiera un mañana, componiendo un relleno pastoso en el que se nos presenta casi como un puré. En algunos casos este tipo de tortillas se convierte en un mazacote intragable, no así en el caso de ésta, suculenta, melosa y con un perfecto punto de sal, que entra con una facilidad pasmosa y pide otro pintxo. Esta tortilla está disponible todos los días a partir de las 6 de la tarde.

Seguimos con otra de las señas de identidad de la casa, los morros y los callos. Según reza la tradición, estos dos imprescindibles productos de la casquería se disfrutan “juntos pero no revueltos”, aunque en nuestro caso nos fueron servidos por separado para que conociéramos los matices de cada uno por su cuenta. Si la palabra “casero” cobra sentido en la parte más positiva de sus acepciones es en platos como estos en los que solo con introducirlos en la boca queda patente el tiempo y la dedicación que se invierte en ellos, hablando en plata, y aunque sea la tercera vez que abusamos de este término, el “cariño” que Loli emplea en su preparación. Tiernos, ricos, envueltos con una salsa de toma pan y moja en la que predomina el tomate... estas joyitas constituyen, en sí mismas, un motivo para peregrinar al Txoko, al igual que peregrinaremos de nuevo, algún martes de pintxo-pote que se tercie, a este local para disfrutar de nuevo del siguiente platillo que nos fue servido: los míticos txanpis del Txoko, sabrosones, de intenso sabor y acertado punto picante, que se sirven exclusivamente los martes de 6 a 9 de la tarde como detalle de la casa.

Y antes del postre finalizamos con la gran vedette de la casa, la chuleta de ternera, siempre acompañada de una copiosa ensalada mixta y riquísimas patatas fritas caseras. Ojo, aquí no nos encontramos en un asador con parrillas alimentadas con carbón de Guinea y carnes de Kobe sometidas a maduración extrema en armarios “dry aged” inteligentes... no, no, el Txoko es mucho más sencillo que eso: hablamos de Txuletas de ternera de toda la vida, adquiridas a carniceros locales que trabajan a su vez con baserritarras de los alrededores que alimentan a sus vaquitas con hierba de las proximidades del caserío y las dejan libres para que pasten a su antojo. Puro producto kilómetro cero sin la intensidad de sabor de la carne de viejo y la parrilla, pero con un gusto exquisito que denota la juventud del animal y el toque preciso de plancha que le aporta Loli que no en vano ha preparado miles de estos bocados para un público que no busca snobismos ni “experiencias” sino el gustazo de empujarse una buena chuleta con patatas acompañada de un rico cosechero y que ello no le suponga tener que recurrir a un microcrédito para financiarse el capricho.

Porque si algo tiene el Txoko son unos precios más que ajustados y razonables, algo que se agradece, y mucho, en estos tiempos que corren. El “Menú Txuleta”, por ejemplo, consistente en Ensalada, Chuleta, vino y postre (flan, cuajada, queso o helado) tiene un precio de 19 euros, pero todavía hay fórmulas más económicas en el Txoko como el menú de “Huevos con jamón y chorizo” compuesto de 2 huevos fritos como es debido, patatas, jamón serrano, chorizo picantito de Zamora, bebida y postre que se factura a 15 euros, o el menú de “Huevos con morros y callos” (2 huevos, patatas, morros, callos y postre) con un coste de 13 euros. Huelga decir que nos son pocos los que disfrutan de estos menús que se servían para cenar los viernes y sábados aunque los nuevos horarios y restricciones han terminado con las cenas, con lo que ahora conviene llamar para resrevar y asegurarnos de cuándo pueden estar disponibles.

Para terminar la comida optamos por un excelente queso que sirvió de perfecto colofón a la misma, y salimos por la puerta del Txoko reconpuestos, reforzados y con una sonrisa de oreja a oreja, esa que proporciona la buena comida acompañada del buen trato, ese trato, una vez más, cariñoso, sincero y auténtico que ofrecen Óscar y Loli a tod@s aquell@s, conocid@s o no, que se animan a cruzar el umbral de este escondido txoko en el que llevan dándolo todo desde 1979.

 

TXOKO TABERNA

Bidezar, 15 - ZUMARRAGA
Tf: 943 72 65 76