UN PANORAMA DE GRAN INTERÉS
Tanto Daniel como Alejandro se muestran visiblemente orgullosos de poder salvar este “viñedo en extinción” qeu a buen seguro hubiera sido arrancado si no llega a ser por su empeño
Hace unos pocos años, Daniel Rodríguez y Alejandro Estebas comenzaron un proyecto ilusionante denominado Vinos del Panorámico en su localidad natal de Albelda de Iregua en La Rioja. Ambos con familia de larga tradición vinícola, decidieron ir recuperando, poco a poco, esos pequeños majuelos de viña vieja que, desgraciadamente, se estaban arrancando en busca de una mayor productividad.
Según nos cuentan “es nuestra forma de entender y reivindicar el legado de nuestra tierra, donde el viñedo es el marco en el que se inscribe nuestro trabajo”. Lo tienen muy claro, su idea es elaborar pequeñas partidas de manera artesanal, imprimiendo una visión muy personal en ellas. Definen su trabajo en el campo como “viticultura de observación” y sienten, según sus palabras, ese compromiso de interpretar el viñedo y el paisaje, capturándolo para mostrarlo en forma de vino.
Tras sus estudios de enología, Alejandro ha participado en vendimias de varias bodegas de grandísimo prestigio, como Dominio de Pingus, compaginando su labor con la bodega y destilería familiar.
Alejandro por contra, ha orientado su desempeño hacia el arte, el diseño y la cultura, aportando un valor añadido esencial en la filosofía del proyecto.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de pasar una mañana recorriendo sus viñedos y empapándome de las peculiaridades de la zona, casi desconocida hasta entonces para mí. Saliendo de Logroño en dirección sur hacia la Sierra de Cameros y tras unos pocos kilómetros, te topas sorprendentemente con una muralla que eleva el terreno unos cuantos metros, hasta casi los ochocientos, formando una meseta con multitud de pequeños valles, diversos tipos de suelo y diferentes orientaciones y microclimas. Un lugar precioso y privilegiado para la viticultura. Para la buena, la que nos gusta, la que es capaz de contarnos historias a través de los vinos. Puedo aseguraros que, en esta zona, se encuentran algunos de los más espectaculares paisajes de toda la Denominación, en un entorno repleto de multitud de vetustas cepas de garnacha. Siempre he pensado que, cuando hay una buena interpretación por parte del productor, los viñedos enclavados en paisajes bellos y cultivados de manera respetuosa con el medio, dan lugar a los mejores vinos. Vinos con personalidad, con terroir.
Producen cinco vinos de muy buen nivel. Panorámico y Caracuesta son sus dos tintos, 2017 y 2016 respectivamente. El primero, es fruto de dos parajes enfrentados en las estribaciones del Iregua: “La Rad” en el margen izquierdo y “Las Yasas” en el derecho. Tempranillos y garnachos de entre 30 y 50 años de edad, entre 550 y 720 metros de altura y suelos arcillo calcáreos principalmente, conjugan un equilibrio perfecto para obtener un vino fresco y vivaz. Emplean barricas de 500 litros para respetar el carácter del vino, afinar sus sensaciones y dejar que florezca una mayor complejidad en aromas y sabores. Un vino de trago largo aunque no por ello ausente de riqueza en matices. Caracuesta toma el nombre de una viña mágica de 0,68 hectáreas y arcillas rojas y piedras, formado principalmente por viejos y otras uvas autóctonas, plantada allá por 1930 y trabajada desde entonces de manera tradicional por Dionisio, apreciado viticultor de la zona. Todo esto se resume en un vino de gran intensidad, profundo, con peso y estructura pero de gran elegancia y mineralidad en boca.
Panorámico se llama también su primer vino blanco, de la añada 2017. Todas las vides a partir de las cuales se elabora este vino, Viura principalmente, se encuentran a más de 750 metros de altura lo que determina su fina carga frutal y perfilada acidez. Fermenta en madera durante ¡más de cuatro meses! obteniéndose un vino de sorprendente evolución en la botella. Su hermano mayor, Tierroya 2016, puedo decir sencillamente que me encantó. Procede del paraje donde, para los ancianos del lugar, se encontraba la más preciada uva dentro del pago de Sorzano, en la localidad de Islallana. Sus suelos arcillo-ferrosos, de marcado color rojo, ponen el nombre a este precioso paraje. Vino de gran identidad, con esa sapidez y marcado carácter propio de los viñedos especiales. Sorprendente. Tanto Daniel como Alejandro se muestran visiblemente orgullosos de poder salvar este “viñedo en extinción” debido a sus escasos rendimientos y que a buen seguro hubiera sido arrancado si no llega a ser por el trabajo y el empeño de estos dos jóvenes amantes del vino y de su tierra.
Su última elaboración, Panorámico Clarete 2019, con salida inminente al mercado, es un vino de particular interpretación. Una elaboración nada sencilla, muy creativa, con esa intuición que tan sólo personas con talento son capaces de idear y llevar a cabo. Un vino rico, sabroso, con gran potencial de envejecimiento que a buen seguro nos dará grandes alegrías en el futuro.
En resumen, un proyecto de gran futuro pero con un presente más que interesante.
¡Salud!
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DANI CORMÁN
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