Viernes, 22 Noviembre 2024

BEAUJOLAIS !!

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Mi primer Beaujolais nouveu lo bebí hace unos 20 años, y aún no he encontrado ninguno que me haya hecho “tilín”

Probablemente sea Georges Duboef el personaje más importante en la historia reciente de los vinos de Beaujolais. Querido por unos y repudiado por otros, ha sido protagonista de muchos de los acontecimientos, tanto buenos como malos, acaecidos en esta mundialmente conocida región vinícola francesa.

Sus primeros pinitos en el mundo del vino datan del año 1952, cuando comenzó a vender vino de la zona realizando el reparto en el transportín de su bicicleta. Su amigo y poeta Louis Orizet, le echó un buen cable acuñando la que hoy día, probablemente, sea la proclama más conocida relacionada con una región vinícola: Le Beaujolais nouveau est arrivé. Ese “ha llegado el nuevo vino de Beaujolais” inundó los escaparates de bares, tiendas y bouchons -típicos bistrot de Lyon-, animando al público a su consumo. Los productores, conscientes de la rápida evolución que sufrían sus vinos y la conveniencia de un consumo rápido, tras una serie de reivindicaciones, consiguieron cambiar la legislación y adelantar la salida de estos vinos al 15 de Noviembre, en vez del 15 de Diciembre establecido como fecha mínima para cualquier vino que dispusiera de apelación de origen en Francia. La nueva fecha fue origen de una auténtica fiesta popular, cuya finalidad residía en vender toda la producción en las primeras semanas de su salida al mercado. Georges Duboef fue adquiriendo rápidamente gran notoriedad, estableciendo múltiples colaboraciones con los viticultores locales y convirtiéndose en el mayor négociant de la región. En 1985 se decreta un nuevo cambio de fecha y se establece el tercer jueves de Noviembre como día de salida al mercado. En 1988, aprovechando el poderoso efecto que suponía la salida del nuevo Beaujolais, nuestro personaje fletó un TGV con 800 invitados la víspera de ese tercer jueves de Noviembre, desde París hasta Mâcon y de allí a su bodega. Entre los invitados se encontraban celebridades del cine, cantantes, políticos, embajadores, directivos de multinacionales, periodistas y críticos del mundo entero. Todo estaba preparado a eso de las 23’30 de la noche, con largas mesas corridas y multitud de manjares dispuestos a ser asaltados. Justo a la medianoche, apareció el archiconocido actor de western americanos James Coburn, montando a caballo como no podía ser de otra manera, y abriendo paso a los más de cien camiones que transportaban millones de botellas hacia el aeropuerto con decenas de paises como destino. En ese momento se desató la locura, el comienzo de la gran fiesta. Los invitados se abalanzaban sobre las viandas bien regadas con cientos de jarras de Beaujolais noveau. Lástima que entonces no hubiera smartphones para que hubieran quedado inmortalizados todos los detalles y desenfrenos de aquella velada. Fue el pistoletazo de salida a las innumerables fiestas que aún se celebran en todo el mundo cada tercer jueves de Noviembre. Cierto es que, en las dos últimas décadas, el prestigio del Beaujolais nouveau ha ido decayendo y, en la misma medida, disminuyendo también la grandiosidad de las celebraciones de entonces. 

En 2004, Georges Duboef fue declarado culpable por un delito de fraude, tras descubrirse sus malas practicas en bodega, mezclando vinos de diversas procedencias y etiquetándolos de la manera que mejor le convenía sin corresponderse con el origen real del vino. Pero bueno, preferimos quedarnos con la parte positiva del personaje, un emprendedor que consiguió riqueza no sólo para él, sino también para toda una región. Falleció este pasado 4 de Enero, a los 87 años. 

Recuerdo perfectamente la primera vez que bebí un Beaujolais nouveau. Fue hace unos 20 años. Casi nada. Cómo pasa el tiempo. Estaba pasando unos días en la preciosa Praga junto a Nerea, mi compañera de fatigas en la vida. Aquel día cayó una intensa nevada y hacía un frío de narices. Tras unos días de desenfreno cervecero y tras sufrir el carácter no muy amigable de los praguenses nos apetecía, en el apartamento que habíamos alquilado, beber un poco de vino junto a un sencillo picoteo. Eran las tres de la tarde, había anochecido y aquella tienda llena de luces y banderitas llamó nuestra atención, con el sugerente mensaje en el escaparate: Le Beaujolais noveau est arrivé. Nos llevamos un par de botellas de dos productores diferentes, pero ninguna de las dos nos convenció en exceso. Eso sí, no quedó ni gota de ambas. Posteriormente he tenido la oportunidad de probar multitud de Beaujolais nouveau pero, ¡qué queréis que os diga!, aún no he encontrado ninguno que me haya hecho “tilín”.

DANI BEAUJOLAIS 4465Afortunadamente, no todo el Beaujolais que se produce es nouveau. Allí se elabora tanto vino como en Borgoña, tinto en su mayoría, a partir de la uva Gamay, la cual curiosamente surgió  hace casi siete siglos a partir de un cruce natural entre la Pinot Noir y la Gouais Blanc, es decir, exactamente igual que sucedió con la Chardonnay o la Aligoté. Vamos, que los mismos progenitores dieron lugar a hijos de muy diversas personalidades. La región comprende unas 20.000 hectáreas de viñedo, en una franja de 55 km de norte a sur y 25 de este a oeste, de colinas predominantemente graníticas al norte, cerca de Mâcon -extremo sur de la Borgoña- hasta las tierras más bajas y llanas, de composición más arcillosa, de las cercanías de Lyon. Estos suelos de componente arcilloso, salvo en contadas excepciones, no favorecen la maduración óptima que necesita la Gamay para mostrar su mejor versión. Es precisamente donde se produce la mitad de toda la producción. Son los vinos más sencillos y se etiquetan bajo la apelación Beaujolais. Bajo este nombre se amparan también los Beaujolais noveau, elaborados por el sistema de maceración carbónica y que tan populares se hicieron en la década de los 90, tal y como hemos narrado en la primera parte del artículo.

Los mejores vinos surgen de las colinas más norteñas, donde predomina el granito. Allí la Gamay es capaz de transmitir un carácter mucho más definido e interesante. La apelación empleada es la de Beajolais-Villages, pero existen diez crus o pueblos que disponen del privilegio de, debido a sus características diferenciadoras frente a otros, poseer una apelación de origen particular y poner el nombre del pueblo en la etiqueta: Morgon, Fleurie, Chiroubles, Moulin-à-Vent, Chénas, Juliénas, Saint Amour, Régnié, Brouilly y Côte de Brouilly. Los mejores vinos proceden de estos pueblos y buena parte de ellos, no sólo resultan deliciosos cuando son jóvenes, sino que pueden envejecer de manera noble durante unos cuantos años. Entre todos los productores de prestigio, probablemente el más conocido sea el Domaine Marcel Lapierre. Fue el primero, allá por la década de los 70, en revolucionar la región volviendo a los métodos ancestrales y a la elaboración de vino de manera natural. Su historia merecería todo un artículo en exclusiva para él. Atendiendo a mis gustos personales, son tres los productores que me han hecho vibrar en varias ocasiones con sus vinos: Jean Foillard, Anthony Thévenet e Yvon Metras

¿Que todavía no habéis probado ninguno de sus vinos? Pues ya estáis tardando...

 

 

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DANI CORMÁN

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