LA VÍA REVOLUCIONARIA
Si hay una uva que los argentinos sienten como propia, esa es la Malbec
Argentina es unos de esos lugares apasionantes para los que somos amantes del vino. Se encuentra además en momento de cambio, de revolución, de reconocimiento personal y de búsqueda de alternativas, de nuevos y más emocionantes caminos. Un país con gran diversidad, donde podemos encontrarnos viñedos a 3100 metros de altura en la región de Salta pero también a cien metros bajo el nivel del mar mil quinientos kilómetros más al sur, en la Pampa. Listan Prieto y Moscatel fueron las primeras vides que introdujeron los misioneros españoles allá por 1536, según cuentan los libros, en la norteña provincia de Santiago del Estero. De sus diferentes cruces y evolución en el tiempo surgieron lo que hoy día se conocen como variedades criollas, tales como la País, la Torrontés en sus tres versiones - Mendocina, Riojana y Sanjuanina -, el Moscatel Amarillo, la Cereza, etc. La introducción de otras castas europeas llegó en la segunda mitad del siglo XX, gracias a la llegada masiva de inmigrantes. Pero si hay una uva que los argentinos sienten como propia, esa es la Malbec. Tiene su origen en la región francesa de Cahors, concretamente de la antigua provincia de Quercy. Fue introducida en Mendoza en 1853 por el agrónomo francés Michel Aimé Pouget y, desde entonces, su expansión y evolución han sido espectaculares. Actualmente ocupa el 18% de las 225.000 hectáreas de viñedo argentino, siendo la más cultivada y emblemática del país, orgullo nacional y estandarte de sus vinos ante los ojos del mundo, adquiriendo probablemente su máxima expresión en el mendocino Valle de Uco. La Torrontés Riojana -nada que ver con la Turruntés que se cultiva en «nuestra» Rioja- es a las blancas lo que la Malbec a las tintas. Sin embargo creo que, con ella, no se ha llegado aún al nivel de excepcionalidad alcanzado con la Malbec. Probablemente el motivo sea que no se le haya prestado la suficiente atención, tal y como demuestra el gran Matías Michelini con su emocionante Vía Revolucionaria Torrontés Brutal. Pocos vinos argentinos me han dejado tan marcado como este, en sus añadas 2013 y 2015. «Miche» para los amigos, decidió hace ya unos cuantos años tirar por la biodinámica, al darse cuenta de que, los vinos que más le gustaban, los que transmitían una energía especial, precisamente habían sido elaborados siguiendo tales métodos. Josep Roca lo define de manera magistral en su libro, de obligada lectura para todo amante del vino, Viaje al alma de los vinos: “Si Miche fuera vino sería como su Agua de Roca. Austero, humilde y genuino. Activista del terruño. Exuda energía y pasión por todos los poros de la piel. Esconde su carácter detrás de etiquetas llamativas, impactantes, provocativas. Su misión está ligada a la vía revolucionaria: cambiar el vino argentino a partir de una mirada contemplativa del suelo vivo y de una libertad que pregona sin descanso. Busca la energía, el agua, la frescura y la sal de la vida. Su mensaje aguarda en cada una de las botellas. Su vino es electricidad embotellada”
Amén.
ESSENCIA DE VID
DANI CORMÁN
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