RECETA DE “EUSKALÇOTS” BIEN EXPLICADA
INGREDIENTES:
- 20 calçots
Para la salsa:
- 1 lata de mejillones en escabeche
- 8 langostinos de Ibarra
- 50 gr. de aceite de oliva
- 30 gr. de mayonesa
- 30 gr. de agua
ELABORACIÓN:
Como no tengo posibilidad de disponer de llama, me refiero brasas-llamas, ya que los calçots no se hacen con las brasas sino con el fuego previo, he decidido arriesgarme y currármelos con el gratinador del horno a máxima potencia. Oye, el resultado ha sido más que aceptable.
No, joder, no dispongo de una villa maravillosa con jardín o un baserri de narices para poderlos quemar sin molestar al vecino. Soy madre de dos niños maravillosos con un marido calzonazos y vivo en un piso de apenas 60 metros cuadrados por el cual pagué una obscena cantidad. En otra ciudad hubiera tenido una villa con jardín. La que siempre deseé. Cada cual tiene lo que se busca.
Por cierto, el otro día intenté lo de las cebollas jóvenes en el balcón txiki de casa y le faltó tiempo al cabrón del vecino de arriba de aporrear la puerta de mi casa. Todo airado me preguntó que qué era esa humareda. Le expliqué el asunto con todo detalle, pero pareció no entenderme. Me temo que es de los de hamburguesas prefabricadas. Un día le vi salir del establecimiento innombrable de mitad del Bule con una de ellas acompañado de su hija. Dios mío, ¡qué educación estará recibiendo la pobre infanta! En medio del rifirrafe no se me ocurrió otra cosa que intentar sobornarle para que se callara con un par de calçots recién hechos, pero ni por esas. Encima el muy gilipollas se mosqueó aún más porque el hombre no tenía ni pajolera idea de lo que es un calçot y se creyó que le estaba vacilando, dándole los que se me habían quemado.
¡¡Que no estaban quemados, coño!!! ¡¡Que son así!! Le tuve que argumentar, pero ni por esas. Se dio media vuelta y se largó amenazando con lo de siempre. Que llamaría a los munis. Desgraciado ignorante. Yo no me quejo cuando pones tu ridícula música a tope, le espeté en la lejanía. Me sacó el dedo meñique como respuesta. ¿Meñique? Será el corazón ¿no? Es un tío muy raro. ¿Será marciano?
Me quedé en el quicio de la puerta sacando el interior jugoso de la cebolla. Los dedos manchados de ceniza me los chupé pensando que eran lo mejor de la cebolla. Uno de mis hijos me vino a avisar que la brasa se estaba apagando.
-Dile a tu padre que levante el culo y avive el fuego- le respondí.
Di un portazo y pensé que había que cambiar de estrategia. De ahí la opción de la brasa eléctrica de la parte superior del horno. Pero nada, si eres de la elite de casoplón hazlo en la barbacoa y ahúma a quien te dé la puta gana. O mejor aun que te los haga un esclavo macizo. De los de musculatura prieta. Esos me ponen.
Bueno, os explico la receta, que me enrollo. Tienes que ponerlos en el horno lo más cercano posible de la resistencia y dejar que se oscurezcan hasta que estén negros. Pero ojo, no te pases que se secan. Es decir, cinco minutos por cada lado. Tal vez menos. No quedan igual, pero por lo menos no tienes que oír al malnacido del vecino. Después lo de siempre, aprietas la base y estiras por el lado contrario y te saldrá el calçot todo limpito. Esto se suele hacer con un babero porque pringa mucho. Menos mal que no le ofrecí el babero al de arriba porque entonces se hubiera liado de verdad. La salsa es fundamental para untar la punta de la cebolla.
-Mama ¿cómo haces esta salsa? Esta riquísima.
-Muy sencillo. Trituro los langostinos de Ibarra, los mejis, el aceite, el agua y la mayonesa. Listo.
-¿Esto tiene langostinos? Quien lo diría- dijo el pequeño.
-¿No sabes lo que son los langostinos de Ibarra?- Le respondí. -Begiratu Googlen.
TE LO DIGO
...y te lo cuento
Xabier Gutiérrez
Cocinero y escritor