Jueves, 21 Noviembre 2024

SAN HALLOWEEN

SAN HALLOWEEN Imagen 1

 

Donostia, viernes  28 de octubre de 2044. 

Hoy mi abuelo me ha venido a buscar al colegio. Tenía una sonrisa especial. Maléfica, diría yo.

“Vamos a celebrar el Día de Todos los Santos”, me ha dicho con satisfacción. 

“¿Qué es el Día de Todos los Santos?” le he preguntado. Yo sé lo que es Halloween. Nos disfrazamos de esqueletos y pedimos chuches a cambio de no romper a hostias los cristales de las casas de nuestros vecinos. Está guay pero se ha enfadado mucho cuando he dicho esa palabrota.

Me ha contado que antes de eso había una tradición para recordar a los muertos que se llamaba Día de Todos los Santos y que ese día se iba al cementerio a llevar flores a los que se habían instalado allí.

“O sea, ¿Una especie de okupa de tumbas?”, le he preguntado. El abuelo se ha reído. Se ríe por cualquier cosa. “No, no”, me ha dicho sin terminar de reírse. “Se paga mucho por estar allí” Yo eso no lo he entendido bien. “¿También se paga por estar muerto?” le he preguntado y él me ha respondido que tiene su lado curioso, que cuando se está muerto, a veces, algunos pueden hasta cobrar. 

Sin pasar por casa para dejar la mochila me ha llevado al único cine que queda en la ciudad y hemos visto una película: “Coco, 3ª parte”. Al abuelo no le ha gustado porque ha dicho que poco tiene de diferente de la primera película estrenada allá por el año 2017. A mí sí me ha gustado, sobre todo las escenas donde celebran el Día de Muertos y se ponen a bailar y a tomar tequila encima de las tumbas, y el abuelo me ha dicho que eso es verdad, que él ha estado mucho tiempo allí y que lo ha visto. No sé si creerle, es tan fantasioso... 

Luego mi aitona se ha puesto serio y me ha dicho que la parte más importante de la peli es el mensaje final: “Nunca se muere si hay alguien que te recuerda”. Luego ha dicho entre dientes que eso es una gilipollez porque lo único que hace es retrasar el olvido y que al final siempre llega. Yo le he recriminado la palabrota y ha vuelto a reírse.

Entonces se ha venido arriba. Ha dicho que para celebrar el Día de Todos los Santos íbamos a ir a una de las pocas pastelerías que quedan en la ciudad y que íbamos a comer ¡huesos de santo!

“¿Huesos?”, le he preguntado con cara de asco. “Sí”, me ha respondido acelerando el paso. Cuando hemos llegado al lugar olía a canela y mantequilla y estaba lleno de calabazas de chocolate envueltas en papel naranja y con cara de terror en el costado. También había tartas con formas de tumbas y arañas de caramelo por todos los lados. 

Entonces el aitona ha empezado a hablar con la tendera y se ha montado el follón cuando le ha dicho que ya no hacían huesos de santo. Que la gente solo pedía calabazas estúpidas y que ha dejado de hacerlos.

Casi tengo que sacar a mi abuelo a rastras de la tienda porque la bronca estaba subiendo de tono. Luego se ha calmado y ha dicho que nos están invadiendo no sé quién y que estamos sucumbiendo a otras culturas. No sé muy bien por qué dice eso. 

Después, cuando volvíamos a casa, se ha encontrado con un amigo suyo, igual de viejo que él, que le ha dado palique y entre ellos se han calentado. Al final le ha dicho que no se preocupe, que no todo lo que viene de fuera es malo y que se acuerde del tomate. 

Yo no he entendido nada, pero me ha dado una idea para cuando mañana salga con mis amigos a montar el follón para conseguir chuches: untarme la cara de jugo de tomate para que asemeje sangre.

 

 

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josema 6336

  

 

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Cocinero y escritor