ZEZILIONEA: ROZANDO EL CIELO DE OLABERRIA
Que a uno le traten bien, está bien (y valga la redundancia). Incidiendo en la misma idea, que a uno le traten muy bien, está muy bien. Pero que a uno le traten como en el Zezilionea de Olaberria, eso, amigos, ya son palabras mayores.
Recalamos hace un par de meses en este magnífico restaurante, fundado por Juanito Rubio, que ya ha delegado casi al 100% en sus hijos, Ugutz e Izaro, la gestión del mismo. "Casi", decimos, porque hay algo que todavía sigue haciendo Juan Rubio sin dejar al resto del equipo prácticamente ni mirar: la preparación de los hongos. Y es que los hongos al horno del Zezilionea, como hemos afirmado en más de una ocasión, son unos de los más auténticos que conocemos.
Aun conociendo el lugar elegido, volvimos a sorprendernos gratamente, muy gratamente, tanto por el trato recibido como por los manjares que nos fueron servidos. La comida que se nos ofreció el 7 de Julio en Zezilionea fue un homenaje en toda regla, un alarde de producto, gastronomía y vino, además de una muestra insuperable de profesionalidad, amabilidad y cariño por su trabajo por parte de los dos hermanos que gestionan el establecimiento.
Comenzó Ugutz dejándonos claras sus aviesas intenciones: "No sé lo que habréis tomado antes de llegar aquí, pero vais a beber un vino por cada plato que se os sirva". Y empezó el homenaje propiamente dicho. Para empezar, nuestro anfitrión nos dio a probar tres tipos de aceite de la casa Ruta, una almazara siciliana fundada en 1953 por Francesco Ruta (Don Ciccio), "il padrino" de la familia que dirige la empresa, y cuyo rostro adorna la etiqueta de la joya de la casa: la "Gold selection". Un nombre muy adecuado, pues lo que degustamos fue oro líquido, ni más ni menos, tanto en su versión "Gold" como en su forma más convencional (entiéndase convencional como la gama básica, ya de por sí exquisita) y la versión "bio". Tres maravillas del mediterráneo.
Junto al aceite también comenzó el desfile de producto, empezando con unas piparras de Ibarra perfectamente fritas, carnosas y gustosas, procedentes del mercado de Ordizia, acompañadas de un Albariño Albamar 2014 que con su frescura y acidez resultó el acompañante perfecto de los langostinos verdes de la vecina Tolosaldea.
Sin salir de la huerta, fue servida una ligera y fresca ensalada de tomate goierritarra. En Zezilionea lo acompañan de una excelente ventresca de bonito en conserva y unas carnosas antxoas de Santoña. Un comienzo sublime.
Pasamos a continuación al plato comentado al inicio, los hongos al horno, como siempre, servidos en un punto al dente que roza la perfección, sobre una tierna patata panadera. Aunque tuvimos la suerte de acudir a Zezilionea cuando ya ha empezado el hongo, este plato está disponible todo el año, ya que Juanito Rubio aprovisiona una respetable cantidad de boletas de gran calidad, y los congela tras cocinarlos debidamente. El resultado es un plato al que le tienen más que cogido el punto en este restaurante y que para muchos clientes es el principal motivo de la visita trimestral, semestral o anual al mismo. Y es que cada bocado de estos hongos es un auténtico disfrute.
Los vinos también fueron rotando y pasamos a un Bürklin-Wolf, uno de los más prestigiosos vinos del Palatinado, la zona por excelencia de producción de Riesling, una de las pasiones de Ugutz Rubio. La ligera sequedad del vino en cuestión ensambló perfectamente tanto con los hongos como con las verduritas salteadas con crujiente de jamón, foie fresco y puré de patata que le siguieron, otra de las grandes especialidades de Zezilionea.
Seguimos degustando especialidades imprescindibles del restaurante, como las kokotxas de bacalao a la plancha acompañadas de pimientos del piquillo, un mar y tierra espectacular que se ha convertido, a pesar de su aparente simplicidad, en una de las marcas de esta casa. El Terra Montosa de la zona de Rheingau que descorchó Ugutz para la ocasión, acompañó, de nuevo de manera ideal este plato.
El mar siguió en el plato con la entrada de un plato de rabiosa temporada, la ijada de bonito a la parrilla, impecablemente ejecutada, tostada por fuera y prácticamente cruda por dentro. Puro sabor y puro verano en el plato. Un lujo.
Y en eso llegó la carne: unas soberbias carrilleras en salsa, que se abrieron con indisimulada complicidad a la potencia gustativa y los toques frutales de Il Frappato, un goloso tinto siciliano que nos hizo retornar geográficamente, antes de llegar a los postres, al inicio de la comida (recuerdan el aceite??).
A partir de aquí, llegó el comienzo del fin, ya que lejos de conformarse con un postre, Ugutz e Izaro nos sirvieron tres postres con sendos vinos: una mamia con dulce de manzana, una tarta casera de queso con helado y un cremoso de queso con coulis de mango y frambuesa. Los vinos degustados en este fin de fiesta fueron otro Riesling, en este caso más dulzón, de la casa Fritz Haag, otro Bürklin-Wolf igualmente más viejo y dulce y Malus Mama, la sidra "naturalmente dulce" y de pequeña producción que elabora Iñaki Otegi Gaztelumendi en Astigarraga.
Terminamos la comida disfrutando de la tranquilidad de la bonita plaza de pueblo pequeño en la que está enclavado el restaurante (también hotel). La tarde ya llegaba a su fin y aprovechamos para subir al mirador que rodea la iglesia local, adyacente al Zezilio, que cuenta a su alrededor con un soberbio mirador con algunas de las mejores vistas del Goierri, incluyendo la cordillera de Aizkorri, Beasain y el monte Usurbe, y el macizo de Aralar, presidido por la imponente mole del Txindoki. La verdad, Zezilionea, Olaberria y el Txindoki lucen preciosos en esta época del año... y en cualquiera de ellas.
ZEZILIONEA JATETXEA
Herriko Plaza, z/g - OLABERRIA
Tf: 943 88 58 29