Jueves, 21 Noviembre 2024

TRUFAS DE AMOR

TRUFAS DE AMOR Imagen 1

 

La trufa fresca es un producto del que todo el mundo ha oído hablar pero en muchos casos no lo han probado por diferentes razones (precio alto, poca disponibilidad etc). A veces también, quienes lo han probado, lo han hecho tras recibirlas como regalo y sin saber muy bien cómo sacarles partido.
Así que es posible que tengamos ante nosotros la posibilidad de ofrecer a la moza de nuestros amores un producto que no haya probado antes, lo cual ya nos hace ganar el primer punto a nuestro favor.
Yo soy de morro fino pero bastante de pueblo a la vez y las chavalas me gustan igual. Que sean guapetonas pero que no estén todo el día mirándose al espejo. Que les guste probar cosas ricas pero que no le hagan ascos tampoco a platos contundentes, es decir, que se pueda ir con ellas a un tres estrellas Michelin si el bolsillo lo permite, pero que tampoco digan que no a unos buenos callos, no sé si me explico.
Siguiendo esa filosofía os propongo que la llave que abra la puerta se su corazoncito sean unos huevos rotos con jamón y trufa negra.
Podemos para ello trufar 4 huevos (metiéndolos en un bote hermético con una trufa negra, tuber melanosporum, y dejándolos 3 o 4 días en la nevera. Una vez al día, los sacaremos y secaremos con papel de cocina la condensación que se produce dentro del bote. El aroma de la trufa y la porosidad de la cáscara de huevo harán el resto).
Si tenemos mandolina cortamos unas patatas como las típicas de bolsa pero algo más gorditas. Si no, podemos cortarlas como hacemos normalmente las patatas fritas en casa.
Hay que freír las patatas. A mi me suelen gustar doraditas pero en este caso tenemos que cuidar de que queden cocinadas y bien tiernas pero no excesivamente tostadas, para que se impregnen mejor de la yema de huevo. Una vez fritas las colocamos en una bandeja, sobre ellas el jamón pero en tiras, no en loncha entera, luego los huevos trufados fritos y finalmente la trufa por encima. Yo creo que queda mejor rallada que en láminas porque libera más aroma, que es lo que nos interesa, pero también se pueden combinar las dos, ya que la lámina es más estética y tiene un toque crujiente. Para rematar, armados con cuchillo y tenedor rompemos los huevos para que esta salsa natural se extienda y lo impregne todo.
Para mí los platos que se rematan a la vista del cliente (en los restaurantes) o del invitad@ (en nuestra casa) tienen algo especial, así que es fundamental que tanto el rallado de la trufa como la rotura de los huevos se hagan en la mesa, delante de nuestra chica. Por ello estará bien si lo ensayamos un poco antes y nos familiarizamos con el rallador/laminador y cogemos un poco de destreza y salero a la hora de romper los huevos.
La trufa es un producto fino, de los que hoy se llaman gourmet, y los huevos fritos son cocina humilde de toda la vida. A mi me encantan estas combinaciones, en la mesa y en las personas. Si además lo compartimos en un solo plato, con pan de verdad y con un cava rosado que le aporte sofisticación, romanticismo y una burbuja que nos limpie el paladar de la indispensable grasa de los huevos fritos, que aquí desempeña el papel fundamental de servir como vehículo al aroma de la trufa, tendremos todo lo necesario para seducir a nuestra chica con esa mezcla de finura y virilidad que nos caracteriza a nosotros y al plato. Esperemos que la noche sea un éxito y nuestro corazoncito no acabe igual de roto que los huevos de la receta.

 

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Carlos Lahoz
Miravientos Distributions
ELGOIBAR