Hace unos meses un buen amigo sufrió un accidente. Afortunadamente, solo tuvo que lamentar una rodilla bastante magullada, pero que se quedó solo en eso. Por desgracia, tuvo la mala pata de que quien le embistió mientras circulaba en moto, se dio a la fuga, dejándole tirado en el suelo y sin auxiliarle.

En este caso, el individuo culpable del accidente, cometió dos delitos, el contemplado en el artículo 196 del código penal, la omisión del deber de socorro, y el delito contemplado en el artículo 382 bis. En resumen, hizo exactamente todo lo que no hay que hacer en caso de accidente, y obviamente, ya no solo desde la perspectiva legal, sino desde la moral.

Si por desgracia, presenciamos, o aún peor, somos parte en un accidente de tráfico conviene recordar algunas reglas mínimas por humanidad primero y para, además, no convertirnos en delincuentes.

Lo primero, es conservar la calma todo lo posible. Salir vociferando de un coche como un orangután enjaulado no es una buena forma de afrontar algo así… un poquito de por favor. Todos nos asustamos ante este tipo de situaciones, el de enfrente probablemente tanto o más que nosotros. 

Evitemos salir del coche sin haber comprobado antes que no hay riesgo fuera, porque quienes siguen circulando pueden no tener tiempo a reaccionar y empeorar el panorama.

El siguiente paso es comprobar si hay heridos, y llamar de inmediato a emergencias para comunicar el accidente.

Después, la normativa de tráfico nos obliga a ponernos el chaleco reflectante dentro del vehículo (los bolsillos tras los asientos delanteros son el lugar perfecto para llevarlo a mano) para señalizar la colisión con dos triángulos dispuestos a unos 50 m que resulten visibles a 100 m del accidente, o uno delante y otro detrás en carreteras de un solo sentido (esto sí  que puede ir bien en el maletero).

Una vez que nos hemos ocupado de las personas, de nuestra seguridad y la de quienes circulan, lo mejor es seguir las instrucciones que nos haya dado el 112 y si no hay nadie a quien atender mientras llegan, retirarnos a un lugar seguro, a ver si vamos a acabar peor por quedarnos en medio.

Realizar un relato claro de los hechos es importante para la investigación del accidente, así que una descripción clara y concisa, y las fotografías y mediciones del atestado o del parte amistoso en caso de golpes leves, van a ayudarnos después cuando demos parte a nuestro seguro. 

Y éste es el último paso, dar parte al seguro, nuestra compañía o la contraria, pueden requerirnos para realizar un seguimiento de la baja, en caso de haberla solicitado, y cuantos informes médicos sean necesarios para valorar las lesiones que hayamos sufrido, para cuantificar los daños del vehículo, habrá una peritación, pero cuantas más fotografías y documentos tengamos, mejor.

En caso de que sea la policía quien acuda y se nos requiera para realizar pruebas de detección de alcohol o drogas, les voy a desvelar un secreto, negarse no sirve de nada, pero de eso, hablaremos otro día. Mientras tanto, como decía la copla, precaución amigo conductor… 

DURA LEX SED LEX

Alazne Cano
Letrada - Col. 4461 ICAGI