EL ROL DE LAS REDES SOCIALES EN LA ALIMENTACIÓN SALUDABLE
Las benditas redes sociales y su posibilidad de acceder a ellas desde cualquier lugar han amplificado un fenómeno que siempre ha acompañado a la alimentación: compartir y relatar comida.
La cultura gastronómica, al presentarse como cultura del goce, encuentra en las redes sociales un territorio que realza la importancia de compartir con los demás.
Compartir las biografías personales en las redes sociales significa compartir cada vez más las anécdotas de la vida cotidiana de cuantos desean poner en un escaparate su propia relación con la comida: dietas, habilidades gastronómicas, enfermedades metabólicas, estilo de vida alimenticio... De este modo, el conocimiento se construye cooperativamente: una sabiduría colectiva fruto del boca a boca hace irrupción en el intercambio de datos rígido al que estaban acostumbradas las comunidades científicas que, anteriormente, pretendían tener la última palabra en tema de estilos de alimentación correctos.
Esta pluralización convierte el mundo del bienestar y de la salud en un espacio público en el que se engendra un saber sometido a una evolución y contaminación incesantes.
En comparación con los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales ofrecen más contenidos, más diversidad temática, un mayor abanico de puntos de vista y más fuentes. No obstante, el peligro es que la perspectiva se difumina al ampliar el enfoque: es más difícil seleccionar los contenidos, experimentamos una sobrecarga de información (infoxicación) y dudamos de la credibilidad y la confianza de los medios y de los mensajes.
Uno de los mayores problemas del 2023 es la desinformación por la abundancia de información y para ello nada mejor que ser crítico con lo que vemos por las redes, antes de aceptarlo como válido.
Porque no es lo mismo probar un receta nueva que aceptar consejos de salud.
DIETÉTICA
y alimentación
Carolina Rïn
Dietista Colegiada nº 1887