Jueves, 21 Noviembre 2024

CONGRESOS Y PELÍCULAS

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Rafael García Santos lo dice claro en la entrevista que le realizamos en las páginas 34 a 38 al hablar del Congreso de Vitoria que precedió a Lo Mejor de La Gastronomía y al referirse a los primeros años de ese gran e irrepetible congreso: “Se llamaba a dar ponencias y cocinar a quien tenía un nuevo mensaje. Había que ser vanguardia.”. El antaño temido crítico gastronómico afirma igualmente que la “Revolución gastronómica” que se dio en el paso del siglo XX al XXI ya ha concluido y que las dos décadas del actual no han facilitado la aparición de un nuevo nombre a destacar en el plano gastronómico. Esto choca con el slogan del congreso actual que pretende que la llama de la revolución sigue encendida y el congreso vendría a ser algo así como su sede. 

La reflexión de Rafael García Santos enlaza con la percepción que tenemos muchos periodistas y gentes del mundo gastronómico sobre que los congresos actualmente no pasan de ser unos escaparates para el lucimiento de los cocineros encumbrados, habiendo desaparecido su objetivo inicial de actuar como laboratorios y altavoz de la vanguardia y los nuevos descubrimientos y avances gastronómicos. Se ha creado, asimismo, una especie de “congresitis” en la que las grandes ciudades compiten siguiendo la clásica máxima de “a ver quién la tiene más grande”, midiéndose la calidad del congreso, como ocurre lamentablemente con el Festival de Cine por la importancia (generalmente importancia mediática y no importancia real) de las “estrellas” invitadas al mismo y no por la calidad de sus ponencias. Madrid tiene su congreso, Barcelona tiene su congreso, y es extraño que Bilbao no haya sacado la chequera y la agenda de celebrities culinarias para organizar el suyo aunque seguro que la idea ya corre por alguna mente.

Así las cosas, no es de extrañar que, al igual que ocurre con las películas del denominado “género gastronómico” que han pasado de ser documentales a convertirse en largos y aburridos anuncios de hora y media sobre restaurantes, las ponencias, abandonado el objetivo inicial de instruir a los asistentes, se hayan convertido en espacios de lucimiento personal y publicidad del restaurante de cada uno. Al fin y al cabo, ya que cada vez resulta económicamente más complicado el poder conocer lo que se cuece en los restaurantes de vanguardia, al menos podemos conocer su interior en los congresos y en los festivales de cine y soñar con que alguna vez podremos acudir a ellos y codearnos con su millonaria clientela. ¿Tal vez se acerca la hora del género “gastronomía-ficción”?

 

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ESTUPIDO CONCIENZUDO


JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com