Viernes, 22 Noviembre 2024

LA CUESTIÓN ES SALIR

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Los sidreros llevan una racha que está poniendo a prueba su paciencia como sector y como personas. En 2020 la pandemia les pilló en plenta temporada del Txotx, lo que supuso un “corte” de enormes proporciones que les dejó con las kupelas llenas y los bolsillos vacíos. La temporada 2021 fue una completa ruina y al final del año el sector se encontraba, literalmente, desesperado. “Nuca he visto mayor desidia y pesimismo entre los sidreros” nos confesaba Demetrio Terradillos, de la sidrería Urbitarte de Ataun, en una larga entrevista que le realizamos. 

Finalmente, con la retirada de las mascarillas en hostelería alrededor de Semana Santa y el alargamiento de la temporada, en 2022 se pudo recuperar algo pero no fue, ni mucho menos, como para lanzar cohetes. 

Y este año, que se presumía “la temporada de la recuperación”, la cosecha de manzana ha sido una auténtica birria, con lo que algunas sidrerías no han podido producir ni un tercio de lo que hacían habitualmente. Y si a eso le sumamos el aumento de los costes de producción y distribución, el empobrecimiento gradual e imparable de la población, el pesimismo generalizado al respecto y el cacareado “cambio de hábitos” general, nos encontramos con un panorama que dista mucho de ser lo que podría esperarse para que el sector tenga esa pequeña alegría que le infunda el ánimo necesario para seguir adelante con las pilas cargadas.

En cualquier caso, los sidreros están algo más satisfechos que en los pasados ejercicios y, quien más, quien menos, se va amoldando a la situación y trabajando con lo que hay, única manera de afrontar los retos que nos ha dejado la pandemia y todo lo que la ha rodeado.

Por nuestra parte, al igual que el año pasado, editamos un ejemplar dedicado, en gran parte, al mundo sagardozale. Hablamos de diferentes sidrerías y su oferta, entrevistamos a personas del sector y, sobre todo, animamos a la gente a salir a conocer la sidra de este año en su hábitat natural, las sidrerías. Juntemos a la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo, y acudamos a estas casas en las que no solo comeremos y beberemos de maravilla, sino que conoceremos gente, nos deinhibiremos, nos relacionaremos, e iremos invirtiendo ese efecto del “cambio de hábitos” al que aludíamos. Ir a las sidrerías implica salir  a la calle y potenciar también el resto de bares y restaurantes, tocarnos, sonreírnos, hablarnos, perder el miedo y darnos cuenta de que encerrados en casa frente a la pantalla de turno no sólo no hacemos nada, sino que nos hacen lo que quieren. Abramos la puerta, tomemos sidrerías, bares y calles... la cuestión es salir.

 

 

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ESTUPIDO CONCIENZUDO


JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com