Tras un año extraño y complicado, tanto desde el punto de vista climatológico como desde el gastronómico o el económico en general, los bodegueros de Rioja Alavesa afrontan la vendimia, que marca el comienzo del “nuevo curso” con esperanza, tras constatar que el cambio climático y las muchas horas de calor recibidas este verano en el que apenas ha llovido y que hacían presagiar una recolección problemática no han resultado al final tener unas consecuencias tan dramáticas como se esperaban.

El viñedo ha resistido y la reducción de horas de sol a partir de la segunda quincena de agosto sumado a los beneficios del rocío matinal, han hecho que los frutos de esta añada sean atractivos y prometedores. Las uvas lucen mostrando un precioso tamaño y un saludable color y la mayoría de bodegas ha iniciado las labores de vendimia con la vista puesta en el 2023, un año que, al igual que los dos precedentes, es una completa incógnita.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Muchas bodegas han estado paradas sin poder sacar adelante la producción en estos dos años de pandemia, y no son pocas las que cuentan ya con un stockage de vinos que supera todas sus previsiones. Hay quien dice que las bodegas de Rioja cuentan a día de hoy con un superavit de vino almacenado que equivaldría al total de dos cosechas o más, y como al campo no se le puede confinar y encerrarle en casa, la Naturaleza sigue su curso y al día siguiente de recoger la última uva hay que empezar a preparar la tierra para la próxima añada. 

¿Qué quiere decir esto? Que hay mucho vino de sobra. Millones y millones de litros parados que no pueden permanecer en las bodegas y que tienen que ser vendidos sí o sí. Y como siempre, los grandes productores son quienes tienen todas las de ganar al poder tirar precios y ofrecer al consumidor y al hostelero el oro y el moro. La calle está que arde y parece que se va a dar toda una guerra para vender los excedentes vinícolas.

Ante ello, desde Ondojan.com recomendamos mesura y visión de futuro. Los hosteleros deben resistir la tentación de comprar vino a los gigantes vinícolas por una cuestión de precio y dejar tirados a los pequeños. Los pequeños siempre estarán dispuestos a echar un cable, pero los grandes, según arreglen sus cuentas, se olvidarán de los favores recibidos e impondrán sus precios. Es el momento de apoyar a las pequeñas bodegas aunque nos parezca que nos sale más caro. No es un gasto... es una inversión de futuro. 

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ESTUPIDO CONCIENZUDO

JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com