JONE KARRES AZURMENDI: GUÍA TURÍSTICA, RESPONSABLE DE LA EMPRESA “ADOREBASQUE”

| nº 189 | julio 2020

  -                                                                                                       Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA

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 “NECESITAMOS UN CAMBIO DE PARADIGMA YA. REVISAR NUESTROS VALORES, DEJARNOS DE MATERIALISMOS Y ARRIESGAR.”

  

La situación generada por la pandemia del Coronavirus está siendo especialmente dura con los sectores de la hostelería, la gastronomía y el turismo que muchas veces, además, van de la mano. No son pocas a día de hoy las personas que ejercen como guías turístico-gastronómicos. Una de esas personas es Jone Karres Azurmendi, nacida en Madrid en 1972, pero de madre vasca y padre alemán, lo que ha hecho que pase su vida a caballo entre Euskal Herria y Alemania, donde estudió sociología, audiovisuales y periodismo. En 2006 se instaló en Donostia, donde fundó la empresa Adorebasque (www.adorebasque.com) y desde entonces ofrece experiencias culturales y gastronómicas en Donostia y todo Euskal Herria. La pasión por su trabajo le ha llevado a formarse y reinventarse continuamente lo que le llevó también a participar en la primera promoción del Máster de Turismo Gastronómico organizado por el Basque Culinary Center.

Parece que poco a poco, estamos saliendo de esta situación de excepción y nos vamos acoplando a la “nueva normalidad”. ¿Cómo has vivido personalmente el confinamiento?
Lo he llevado con mucha calma, sola y sin perder el optimismo. Después de 2 meses tuve que terminar mi cuarentena personal para cuidar de mis aitas durante varias semanas, ya que le operaron a mi ama. Por suerte se ha recuperado bien.

 

¿Qué te parece lo que nos estamos encontrando según vamos recuperando nuestros espacios habituales?
Intentaré resumir: Ahora que estamos recuperando la movilidad, lo vivido parece una pesadilla surrealista. Ya que el “enemigo” es invisible y las consecuencias de nuestras actuaciones no son tan a corto plazo, resulta más fácil ignorarlo. Como seres sociales que somos, uno de los mayores retos es guardar distancias sociales. Volver a la actividad laboral y recuperar espacios de encuentro de ocio es vital. Muchos dicen que lo que más hemos echado de menos son los bares, restaurantes, sociedades etc. O sea, la hostelería, el sector castigado junto con el turismo. Me alegra muchísimo ver que poco a poco vayan abriendo. Son unos valientes y ahora nos toca apoyarlos, junto con el pequeño comercio y al mundo cultural. ¿Que hubiéramos hecho durante el confinamiento sin artistas? Nos han salvado de la locura. Primerísima necesidad.

Son tiempos de vulnerabilidad y situaciones contradictorias. El futuro es incierto, pero es que la seguridad que nos han vendido nunca ha existido. Hace falta un cambio de paradigma ya. Revisar nuestros valores, dejarnos de materialismos y arriesgar, que vivir es urgente, como decía el cantante Pau Donés. Quiero ser optimista, ya que la palabra “crisis” significa oportunidad. Siento ponerme cursi, ya sé que suena a tópico, pero es cierto.

 

Como experta en turismo y responsable de una empresa que trabaja principalmente mostrando nuestra cultura y gastronomía al público extranjero ¿cómo te afecta la situación?
Desde el principio tuve claro que el verano estaba perdido para el trabajo de guía. Aunque abran las fronteras, no significa que venga mucha gente, ni que vayan a buscar guías privados. Suelo trabajar mucho con países de habla inglesa y alemana, que vienen de lejos y que no serán los primeros en llegar. Las pautas de seguridad e higiene que han marcado las instituciones tampoco lo ponen fácil. Mis tours viven de la cercanía humana, del contacto directo con el visitante. Es fundamental para conocerse y pasar un buen rato. También nos damos abrazos, como amigos. Se dice que el turismo es la industria de la felicidad. El hecho de llevar mascarilla crea una gran distancia y el no poder acercarse ni tocarse crea estrés. La gente viene a relajarse y temo que se pierda la espontaneidad.

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¿Tendremos algo de afluencia de turistas o se avecina un verano desértico en ese aspecto? ¿Cómo ves la situación en los próximos meses?
Tanto como desértico no creo. Hoy mismo he visto franceses por la ciudad. Habrá mucha gente de cercanía, de Francia y otros países europeos, aunque no en masas ni en grupos grandes. Vendrán parejas y familias, petit comité. Muchos nos quedaremos por aquí y podremos disfrutar de nuestra tierra. La ciudadanía lo disfrutará, pero hoteles, gastrónomos y empresas de transporte notarán la ausencia de los habituales visitantes.

 

¿Piensas diversificar tu actividad? Tienes en mente un “plan B” de cara a la actual situación?
Claro, aunque para mí no es nada nuevo, ya que soy muy salsera. Estoy con muchas ideas y valorando varios proyectos. Por una parte, voy a ofrecer actividades divertidas para niños, en especial para poder practicar idiomas como alemán e inglés, dar clases de alemán y conversación, traducciones... de hecho son actividades que ya vengo haciendo de antes. También estoy enfocándome en mi trabajo de periodismo, escribiendo sobre contenidos culturales para promocionar nuestra tierra. En general estoy abierta a muchas posibilidades y a nuevas colaboraciones.

 

Tus dobles raíces te hacen vivir a caballo entre Euskal Herria y Alemania. ¿Cómo han vivido tus allegados alemanes el confinamiento? ¿Qué impresiones recibes? ¿Se ha gestionado mejor este asunto en Alemania que aquí o más o menos ha sido similar?
Mi hermana vive en Colonia y solemos hablar mucho por Skype. Suele venir en verano, pero ahora le han cancelado el vuelo. La situación está complicada. Vamos viendo sobre la marcha. Allí las restricciones no fueron tan duras como aquí y la gente ha podido pasear y hacer deporte durante el confinamiento. No han tenido tantos fallecidos, porque desde el principio fueron muy sistemáticos e hicieron muchos tests. La capacidad hospitalaria y el sistema sanitario está bien preparado y por eso la situación no se desbordó como aquí. Ellos también están aprendiendo sobre la marcha. Ahora parece que están teniendo rebrotes y están muy alerta. Ya que sigo la cobertura de medios alemanes, me parece que allí sí se ha reflexionado más sobre asuntos como la limitación de nuestros derechos humanos como libertad de movimiento, de una manera más sosegada y filosófica.

 

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Olvidemos por un momento el Coronavirus y sus consecuencias. ¿Cómo es la vida de una persona dedicada en cuerpo y alma a mostrar nuestros tesoros culturales y culinarios al público extranjero? ¿Cómo es, en circunstancias normales, un día en la vida de Jone Karres en temporada alta?
Lo bonito de mi trabajo es que cada día es diferente y conociendo a gente nueva. Es una gozada poder transmitirle al visitante nuestra cultura, tradiciones, lugares, paisajes, palabras en euskera... Siempre aprendiendo cosas nuevas que después integro en mis tours y explicaciones. Ningún tour es como el otro, sería un aburrimiento. 

¿Como es un día? No hay rutina. Puede ser una visita por Donostia en bici, terminando con un pintxo tour. Al día siguiente visita a una txakolindegi en Getaria, o una caminata por Ulia hasta Pasaia, comer en Donibane... Al día siguiente les puedo enseñar mis bodegas favoritas en Rioja Alavesa, una quesería de Idiazabal o el mercado de Ordizia y Tolosa... La verdad es hay semanas que no voy ni al súper, ya que sólo voy a casa para dormir. Eso es la parte activa y atractiva visible. Parece que estamos todo el día comiendo y tomando vino, pero lo que no se ve es el “backstage”, el trabajo de oficina, sin horarios fijos y todo lo que conlleva. Trabajo de fondo, para que todo vaya como la seda.

 

Por tu situación, debes conocer auténticos tesoros en nuestro entorno. Sin tener la intención de que desveles ningún secreto inconfesable, ¿nos puedes recomendar 2 ó 3 lugares originales e imprescindibles que un turista debería conocer si acude a nuestra tierra o que los propios donostiarras o giputxis deberíamos conocer sí o sí?
En realidad no son secretos, ya que seguro que los de aquí los conocen. Mis favoritos son el Geoparkea en Zumaia, con su espectacular formación del Flysch, donde hice una formación de UNESCO Etxea y suelo hacer visitas geológicas. También he solido hacer allí reportajes para televisión.

Pasaia es otra joya. Me encanta hacer la caminata por Ulia. Por favor, no os perdáis tampoco visitar el ballenero “Nao San Juan” en Albaola. Es un proyecto único y fascinante. Será una de mis actividades para los txikis en verano.

Otro txoko que me vuelve loca es Chillida Leku. Un lugar mágico y de mucha paz. Para mí tiene una energía especial. Ha quedado muy bonito y allí me siento feliz.

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¿Qué impresiones te transmiten las personas a las que enseñas nuestra tierra? ¿Se dejan llevar? ¿Son exigentes?
Vienen con mucha curiosidad, se llevan una grata sorpresa y se van encantados de la vida. No te puedo decir otra cosa. Me suelen enviar regalos y agradecimientos hasta años después. Tienen ganas de volver y muchos repiten o envían a sus amigos. Son mis mejores embajadores. A veces se convierte en amistad. El verano pasado mis clientes me hicieron una visita guiada de Hamburgo. No me olvidaré del grupo del Tirol del Sur, que son un poco como euskaldunas, es decir, que son de origen germano y su idioma oficial es el italiano. Un pueblo con identidad propia, sin ser Estado. Todos se compraron una txapela y ya se comportaban como vascos: en todas partes cantaban en coro, y echaban gritos (jodel) como nosotros el irrintzi. No pasamos desapercibidos. ¡No te puedes imaginar lo que fue aquello!

Eso sí, la experiencia de muchos años me ha dejado claro que los alemanes o suizos son mucho más exigentes respecto a información histórica o cultural que, por ejemplo, los estadounidenses o muchos asiáticos. Aparte de querer comer y beber bien, quieren aprender todo al detalle. Vienen con los deberes hechos, han leído y alguno que otro me quiere retar. El nivel cultural es muy alto. Lo bueno es que yo también suelo aprender de ellos. De eso se trata cuando nos relacionamos con otras culturas.

Hablemos de celuloide. Eres directora de cine y autora de un maravilloso documental sobre los alardes del Bidasoa (Alardearen seme-alabak) que se estrenó en el Festival de Derechos Humanos y también se proyectó en el Zinemaldia. ¿Cómo y por qué te implicaste en un proyecto tan atractivo como arriesgado?
Eskerrik asko. Como socióloga y alguien que ha crecido en dos culturas, siempre me ha interesado saber cómo se forma la identidad cultural local de una sociedad. Los rituales son importantes, son simbólicos, y por eso las fiestas tienen una función muy importante. Cuando supe de los problemas que surgieron en relación con los Alardes, quise analizar y entender lo que pasaba más a fondo. Todo tiene un por qué. El documental me pareció la mejor manera de analizarlo e impulsar una reflexión, un diálogo, más allá de una noticia en un diario. El tema todavía no está resuelto, pero quiero pensar que ayudó a visibilizar una situación insostenible, de fractura social dolorosa. Hay mucha gente que lo ha pasado muy mal y el estreno del documental fue catártico, diría que casi terapéutico para much@s. 

 

¿Sigues activa en el mundo audiovisual?
Claro. El cine es mi pasión, escribo desde el Zinemaldia para medios alemanes desde hace más de 20 años. Estoy en contacto con la televisión y la radio alemanas. Hacemos reportajes sobre el País Vasco, el viaje de Humboldt por Euskal Herria hace dos siglos, o sobre el mundo culinario. De hecho, justo antes del confinamiento estaba preparando un documental sobre la relevancia cultural de la gastronomía en nuestra cultura vasca. Ha quedado pendiente el rodaje con el BCC, en una sociedad gastronómica y nuestros maestros con estrellas Michelin. Lo retomaremos cuando todo se tranquilice.

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Es algo muy personal, pero siempre lo hacemos. Recomiéndanos dos o tres bares o restaurantes de Donostia o Gipuzkoa de esos que visitas para darte un homenaje a ti misma cuando crees que te lo mereces.
Que conste que no me gusta nada tener que elegir, pero habrá que mojarse ¿no?. El Bar Bergara en Gros es uno de mis favoritos. Pintxos sublimes y encima son más majos que las pesetas.

Para darme un homenaje elijo el asador Aratz en Igara. Xabier e Iker Zabaleta son unos maestros de la parrilla, tanto en carne como pescado. El mejor producto cocinado y servido con mucho mimo. Allí me siento como en casa.

Otro lugar que me chifla es la txakolindegi Inazio Urruzola en Alkiza. Xabier y Garazi tienen un pequeño paraíso y después de visitar la bodega se puede comer en el nuevo txoko restaurante, con una vistas espectaculares.

 

De la misma manera, ¿Cuáles son las dos o tres cosas imprescindibles que un turista vasco debe visitar o conocer si tiene la suerte de poder ir a Alemania?
Hay un dicho en alemán que dice Alle guten Dinge sind drei (Todas las cosas buenas son tres):

Pasé mi juventud en Ulm, a las orillas del río Danubio. Tiene la catedral más alta del mundo (161,5 m), el Ulmer Münster. Se puede subir a pie y con viento sur se ven los Alpes. En Ulm nació el físico Albert Einstein. Es una ciudad preciosa, con murallas, hallazgos arqueológicos romanos... La Parte Vieja es el barrio de los pescadores, pero es muy distinto a lo nuestro. Son buenos remeros, y ya que mi aita es remero (llegó a Orio como entrenador, pero eso es otra historia..), yo también empecé a remar en el Danubio.

¿Cómo podría olvidarme de nuestra ciudad hermana, nuestros amigos de Wiesbaden?. Tenemos mucho en común: balneario, mucha historia, buen vino y cultura. La llaman “la Niza del Norte” (a ver si lo cambian a “la Donosti del Norte”). Lo único que falta es el mar. Nos visitan a menudo, y el año pasado Wiesbaden dedicó una exposición a Chillida. Está muy cerca de Frankfurt, así que desde Loiu hay vuelo directo.

Heidelberg ya es conocido y probablemente uno de los primeros destinos turísticos. A mí me sigue fascinando. Es otra ciudad con una Parte Vieja que quedó intacta. Es como un viaje al pasado. Una ciudad con mucha historia, el castillo en ruinas en la colina, la universidad más antigua de Alemania (1386)... Una ciudad de científicos, artistas y estudiantes, y, además, rodeada de viñedos.

Dicho esto, Alemania tiene muchas regiones distintas que merece la pena conocer. El norte es muy distinto al sur, tanto la gente, como la mentalidad y los dialectos. El tópico que tenemos aquí del alemán corresponde quizás más bien al bávaro de Munich.